Pintura que recrea los acontecimientos del 20 de julio de 1810. |
La conmemoración del Bicentenario tiene una profunda connotación en la actualidad por su profundo mensaje revolucionario e histórico que indica que los tiranos son efímeros y los pueblos eternos. También señala que la lucha por una segunda y definitiva independencia no resulta ser una utopía irrealizable. Por el contrario. Es una realidad inexorable que va surgiendo a la superficie, producto de numerosos procesos objetivos y subjetivos, que se han dado y se vienen dando.
Así, no es ninguna inocentada o estupidez del presidente Iván Duque Márquez, al decir que los abuelos fundadores del imperialismo norteamericano, ayudaron a la liberación de América del yugo imperialista español. Es por el contrario, un esfuerzo desesperado del establecimiento burgués, por ocultar la verdad histórica e impedir el desarrollo de las ruedas de la historia. Tergiversar y vaciar de contenido la efeméride, para que esta generación se empecine en seguir pensando como quiere la burguesía que el pueblo piense. Es un hecho de extrema manipulación.
En ese contexto, la burguesía no duda en presentar el Bicentenario como algo anecdótico, aislado y descontextualizado de la realidad histórica; como algo que nada tiene que ver con el momento histórico que viven los pueblos americanos. Por eso, no duda en montar un simple concierto con marihuanita a bordo, un discurso destemplado del presidente y unas destempladas declaraciones del anciano ministro de defensa. Los medios de comunicación, cumpliendo su pérfida tarea, inflan a estas sinuosas personas y tratan de colocarlas a la altura del pueblo revolucionario de 1819.
Estos medios de comunicación, centran la atención en datos realmente intrascendentes como que el caballo Palomo era hijo de una yegua de doña Casilda, que Bolívar era bajito, mujeriego y cosas así por el estilo. El hecho histórico y real lo omite, lo disminuyen y lo eluden esgrimiendo para ello mentiras en cantidades industriales.
Dimensionar el Bicentenario solo por la batalla de Boyacá librada el 7 de agosto de 1819, es una forma solapada de desconocer la historia y la gesta libertaria. En realidad, esta batalla es la culminación de un proceso revolucionario prolongado, contradictorio y complejo que el pueblo neogranadino desarrolló con el liderazgo de un ejército patriota consecuente con su clase social. Un proceso libertario colectivo que contó decididamente con los descamisados, los campesinos, los indígenas y los negros, muchos de ellos fueron mártires, pues ofrendaron la vida por la libertad y la independencia.
Se coronó la batalla del puente de Boyacá, después de muchas batallas, muchas vicisitudes y muchas movilizaciones del pueblo neogranadino, acosado por la criminalidad y explotación del invasor español, con impuestos y leyes represivas y humillantes.
La cruda explotación originó el grito de independencia el 20 de julio de 1810 en Santa Fe de Bogotá, el 11 de noviembre de 1811 en Cartagena, el 16 de julio de 1813 en Santa Fe, el 11 de agosto de 1813 en Antioquia o el 10 diciembre de 1813 en Tunja. Es decir, la batalla de Boyacá no fue un suceso espontáneo, fue un suceso producto de un largo, duro y heroico ejercicio del pueblo y del ejército patriota que contó con conductores enhiestos como Simón Bolívar, José Antonio Anzoátegui, Sucre, Atanasio Girardot, Manuela Sáez, Policarpa Salavarrieta, etc.
“Los sucesos históricos son el resultado de procesos, y es imposible desconocer el papel que juega esta evolución en la formación de los líderes de eventos que acarrean cambios profundos en las estructuras sociales”, señala José Rivera, miembro comisión Bicentenario de las Farc.[i]
El enemigo trataba al pueblo americano despectivamente. Tenía total desprecio por él, no obstante, la forma desalmada como lo explotaba. “Una manada de desarrapados”, solía decir el invasor coronel José María Barreiro. Esto realmente no ha cambiado. La burguesía hoy trata a la guerrilla con los peores términos: “Forajidos, delincuentes, terroristas, narcotraficantes, asesinos, etc”. Incluso, a líderes sindicales, indígenas, campesinos y populares. Todo aquel que se atreve a romper las cadenas de la opresión es catalogado de terrorista y enemigo que hay asesinar. Las cifras de los últimos años en Colombia no mienten, son apocalípticas.
En conclusión: Hay que aprender de la historia, para lo cual hay que conocerla con lectura y ojos propios, entendiendo que ésta no es solamente pasado, es ante todo presente y futuro. De igual manera, comprender que estamos en la brega por una segunda y definitiva independencia, ya no de España, sino de Estados Unidos y la burguesía vende patria. No estamos equivocados ni ante un imposible. Para ello, el pueblo debe ser una vez más el protagonista y la fórmula mágica es la unidad, la organización y la movilización. Bien decía Bolívar: Unidos somos invencibles.
[i] Semanario VOZ La verdad del pueblo. Edición número 2991 semana del 31 de julio al 6 de agosto de 2019. Página consultada 18.
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