Mi madre solía decir que el pecado es cobarde. También solía decir que el ladrón juzga por su condición. Eso le estaría pasando a la diplomacia colombiana ante la diplomacia de la hermana república bolivariana de Venezuela. No tiene legalmente cómo justificar su postura agresiva y su ineptitud para resolver la problemática fronteriza en un área de 2.219 kilómetros. No tiene valor para decir que no tiene capacidad de decisión por cuanto ésta la toma en última instancia Estados Unidos.
La dignidad rebosante de la hermana república bolivariana le causa escozor, no admite la heroica e histórica decisión del pueblo patriota de ser libre del imperio estadounidense, es demasiado grande la gesta para asimilarla. Por eso, asume el triste papel de huir como el más grande cobarde haciéndose sorda, muda y ciega, como la canción de la colombiana Chaquira.
En cuatro oportunidades la diplomacia bolivariana le ha hecho llegar mensajes claros invitándola a sentarse a discutir civilizadamente salidas plausibles a la problemática limítrofe. La respuesta hasta ahora ha sido el silencio sepulcral. No tiene nada que decir, demostrando incapacidad, irresponsabilidad y dependencia extrema del amo del norte.
¿Qué demuestra esta postura? Demuestra sencillamente que Colombia no tiene un argumento para agredir a Venezuela, si asume esta infeliz postura es por la presión imperial de los Estados Unidos. No hay otra explicación lógica a esta forma violenta de mostrarse Colombia con su hermana república bolivariana.
Colombia ha prestado su frontera para que se instalen allí, no solamente bases militares de Estados Unidos, sino también paramilitares, delincuencia común y militares de Colombia. Ha habilitado el tráfico de narcóticos y de gasolina. Ha creado la gran inestabilidad por la galopante miseria en la mayoría del pueblo de la zona, sin salud y sin educación oportuna y de calidad. Sin embargo, usa los medios de comunicación para responsabilizar de todas las desgracias al hermano país.
El pueblo común y corriente envuelto en la extrema alienación y desinformación, repite maquinalmente ese mensaje perverso y equivocado que favorecen la versión imperialista de Estados Unidos y la oligarquía mantuana. Hay que buscar la verdad y asumir una postura consecuente en el marco de la hermandad y la solidaridad. Unidos somos fuertes, decía Bolívar.
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