domingo, 11 de mayo de 2025

Perfil revolucionario del guerrillero

 

"Manuel Vivo", Inty Maleywa

Por Agamenón

Toda forma de lucha que el pueblo se invente para enfrentar la criminalidad extrema del régimen capitalista, resulta válida. Así, pues, la lucha armada resulta válida, manteniendo una ética y conciencia de clase cristalina y consecuente. Es decir, cumpliendo ciertas normas, etapas y períodos históricos.

Un guerrillero no es un bandido, un narcotraficante; un guerrillero es un revolucionario que tiene en su mente una teoría científica y una decisión inquebrantable de luchar por los intereses propios del pueblo vilmente engañado y explotado.

Los comandantes Manuel Marulanda Vélez y Camilo Torres Restrepo, de las Farc y Eln, respectivamente, enseñaron con el ejemplo la tarea de librar la lucha con ética revolucionaria y hondo sentido humanístico. Marulanda Vélez fue enfático en rechazar todo nexo con el narcotráfico, porque según afirmaba, eso les hacía perder el horizonte revolucionario.

La lucha que libraron, desde posiciones distintas, se caracterizó por la conciencia de clase, manteniendo una comunicación dialógica con las masas en el marco de la transparencia y del respeto mutuo. El pueblo explotado y expropiado por la burguesía, vio en estos movimientos revolucionarios armados, un respaldo, una solidaridad y un apoyo. Y, de hecho, en muchas regiones de la Colombia profunda e ignoraba por la putrefacta burguesía, llegaron a ser por lo menos, gobierno. El campesino acudía a ellos, para que dirimiera cualquier controversia presentada en el entorno.

El centro de preocupación del movimiento guerrillero en ese entonces, era la masa, era lo más importante. Toda su lucha giraba alrededor del pueblo. Había en cada guerrillero formación política e ideológica, de tal manera, que encontrarse un guerrillero era un suceso por su formación ideológica y política y la forma de tratar al pueblo. Predominaba la sensatez y la coherencia.

Primer encuentro de Fidel y Che desde la salida de las columnas invasoras de la Sierra Maestra y luego del triunfo revolucionario, Camagüey, 5 de enero de 1959. Foto: Fidel Soldado de las Ideas.

Este comportamiento, también brilló inmaculado en la Sierra Maestra en Cuba. El movimiento guerrillero liderado por el comandante Fidel Castro Ruz, utilizó más que las armas, la inteligencia y el humanismo para derrotar el ejército de Fulgencio Batista. Mientras que un guerrillero caído en desgracia en manos de los soldados pro gringos, era torturado y descuartizado, un retenido por la guerrilla era tratado con humanismo y devuelto rápidamente al seno de su familia por intermedio de la Cruz Roja u otro organismo humanitario.

Esa conducta revolucionaria de los barbados, desmoralizó casi que por completo al enemigo de clase. El ejército batistiano se dio cuenta que el enemigo le protegía la vida, le brindaba los primeros auxilios en caso de estar herido, se respetaba la dignidad humana y se devolvía sano y salvo, mientras ellos, hacían vejámenes con los revolucionarios que caían en sus garras.

El comandante Fidel Castro recordaba que al principio hasta el último soldado se hacía matar, no se entregaba vivo, pensando que el ejército revolucionario haría lo mismo que ellos hacían. Al darse cuenta que esto no era así, cientos y cientos se llegaron a entregar con sus armas y demás pertrechos, convencidos que sus vidas serían respetadas.

La astucia revolucionaria del ejército popular del pueblo fue contundente, su ejemplo de humanismo fue definitivo para ganar la batalla en franca lid. Qué cuentos de pensar en unirse hasta con el diablo, es decir, el narcotráfico para salir victorioso. El triunfo revolucionario del pueblo cubano fue cristalino, puro, sin mancha de ninguna naturaleza. Eso le permitió tomar el poder político y, lo más importante, sostenerlo a pesar del brutal bloqueo por más de sesenta años por el imperialismo norteamericano.  

Fue una lucha armada realmente revolucionaria, genuina, con bases sólidas, porque el pueblo libró la batalla sin artilugios u apoyos de dudosa procedencia.

Ese ejemplo, se mantuvo en las filas revolucionarias en Colombia, mientras existieron esos comandantes que realmente luchaban por la Revolución y la Construcción del Socialismo. Cuando el cáncer del narcotráfico invadió las direcciones, todo comenzó a desmoronarse. Al parecer ya el objetivo no es la Revolución, sino la danza siniestra de los dineros sucios del narcotráfico.

A esta altura es posible que no cale la crítica y menos la autocrítica en los mandos. No obstante, hay que persistir en el diálogo y la solución política, apoyando la iniciativa del gobierno popular, de la paz total. No podemos rendirnos ante la muerte que implica el tableteo de los fusiles y las ametralladoras, hay que hacer causa común para impulsar el proceso que ha iniciado el Pacto Histórico.

Es necesario cerrar caminos de unidad. Este proyecto en pañales tenemos que impulsarlo, pensando en los desafíos, tales como la Consulta Popular, la consolidación del Pacto Histórico y el Frente Amplio, lo mismo el debate electoral del 2026. Es necesario llegar a este debate unidos con candidatos unitarios con vocación de poder al servicio del pueblo.

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