Por Nelson Lombana Silva
Los medios masivos de incomunicación se empecinan en hacer creer que el hundimiento de la Consulta Popular en el senado de república, es un duro golpe al presidente del cambio, Gustavo Petro Urrego. El maremágnum que se formó al conocerse el pírrico resultado por los mandaderos de las multinacionales y transnacionales, tuvieron ese matiz donde los senadores traidores del pueblo montaron siniestro y desalmado show tratando de hacerle creer a la opinión pública que había perdido el mandatario y había ganado el pueblo.
Tremenda mentira. Quien realmente pierde es el pueblo, sobre todo el pueblo trabajador y luchador. Petro sigue con el mismo salario, las mismas condiciones que ofrece la Constitución Nacional, el derecho a pensionarse y salir del Palacio de Nariño por la puerta grande, una vez cumpla el período constitucional.
Quien realmente pierde es el pueblo porque no tiene derecho a pensionarse dignamente, a ocho horas de trabajo, a ganar horas extras con remuneración justa, los aprendices del Sena a tener el salario mínimo durante el período de prueba, la mujer menstruante tener permiso para ir al médico, el campesino tener una ayuda para paliar su vejez, contrato laboral a término fijo y así sucesivamente.
Lo que hizo el Senado, una vez más, es una canallada contra la humilde persona de a pie, que por años ha padecido la inclemencia de la criminal oligarquía liberal-conservadora en una desigualdad sin precedente en la historia dramática del pueblo colombiano. Mientras esos vándalos de cuello blanco ganan salarios que superan los 50 millones de pesos, sin cumplir con sus funciones constitucionales, condenan al pueblo a la miseria más rampante y repugnante.
Un pobre labriego decía burlón que “le habíamos ganado el pulso al gobierno, que cómo me había quedado el ojo”; la verdad no me dio furia, me dio pesar de cómo un humilde y desarrapado obrero del campo, sin saberlo, se pone a la par de un Luis Carlos Sarmiento Angulo o de los llamados “cacaos de Medellín”. “Amigo, le dije, no me ofende su comentario, me preocupa su forma de pensar, porque Gustavo Petro tiene su vida, su futuro definido, en cambio usted no. Algún día se dará cuenta que no perdió el presidente, perdió el pueblo, usted y yo”.
Ganó la trampa, la marrullería
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Estos nefastos festejan que le hundieron el proyecto a Petro, cuando en realidad están es hundiendo al pueblo que los eligió. Foto : Internet |
El mismo presidente de la república en su breve y directa alocución, destacó algunas artimañas: No se convocó debidamente a la votación, no permitieron que por lo menos cinco Senadores votaran, entre ellos, la senadora Martha Peralta. Cerraron la votación antes de tiempo, no respetaron los veinte minutos como se establece en estos ejercicios.
Ante esta horrorosa actuación de estos senadores, el presidente de la república dijo que el Senado había dado nuevamente un mal paso. Mostró a las anchas una vez más el cobre y su indeclinable decisión de defender a capa y espada los intereses de los ricos, los poderosos, los mismos que han tenido el poder por larga centurias en Colombia. Uno de esos senadores mercachifles es Óscar Barreto Quiroga, el senador más rico de Colombia, el más inepto de todos los senadores, el que no habla, no dice ni pío en el recinto del Senado, pero está listo como maniquí a votar contra el pueblo sin contraer un músculo de su enjuto rostro. El mismo que compra a los campesinos con carne a la llanera, comida opípara o dádivas de los funcionarios que sostiene en el poder ilegalmente.
La pelea es peleando
El dicho es claro: Se perdió una batalla, pero no la guerra. La lucha de clases se hace más vigente que nunca. Minutos después del bochornoso y grotesco espectáculo presentado en el Senado, el presidente de la república con serenidad reconocía que el resultado estaba presupuestado en sus cálculos. Era previsible por un senado pusilánime y corrupto, como se ha venido denunciando hace mucho rato.
En esas condiciones, el presidente Petro, ratifica que este el tiempo del pueblo. Por lo tanto, convoca a Cabildos Abiertos en todos los municipios del país, con el fin que sea el pueblo el que estudie la situación y decida la Consulta Popular. Nuevamente, una salida audaz del mandatario que confía ciegamente en la decisión del pueblo. En todas las plazas públicas del país, o en recintos cerrados en caso de invierno, el pueblo debe reunirse en paz y en organización, a decidir sobre todos estos temas planteados y que afecta directamente a la nación entera.
Pidió prudencia, no dejarse infiltrar por los saboteadores a crear hechos de violencia y anarquía. Para eso se necesita lo que los comunistas llamamos: “Vigilancia revolucionaria”. Ordenó a la fuerza pública en su condición de comandante supremo, no disparar, ni amenazar con las armas. Por el contrario. Garantizar el mejor ambiente para que los Cabildos Abiertos se realicen en paz y ordenadamente, con la participación activa de todos y todas. Quien dijo miedo, la pelea es peleando. Hay que ir con toda la energía de la esperanza a preparar el Cabildo Abierto en su localidad. Manos a la obra…
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