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Foto: Internet |
Por Agamenón
La descompuesta burguesía colombiana, acostumbrada a legislar contra el pueblo en clubes y recintos cerrados, de espalda al pueblo, colocó el grito en el cielo ante la decisión audaz y consecuente del presidente del cambio, Gustavo Petro Urrego, de trasmitir los consejos de ministros en vivo y en directo. “Verdes de encabronamiento”, como diría nuestro Nobel, Gabriel García Márquez, movió cielo y tierra para impedir que esto se siguiera dando, presentando argumentos baladíes, sin fundamento alguno. Según esta caterva que ha desangrado el fisco nacional por más de doscientos años, la decisión la coloca al desnudo ante el pueblo.
Es de saber que lo que más le teme la burguesía es a la verdad, por cuanto ella se ha apalancado secularmente en la mentira, el fraude y la violencia. Por su parte, el presidente del cambio, en un acto supremo de lealtad y compromiso con el pueblo, considera que éste tiene el deber de saber, quien toma las decisiones, cómo se toman y quien, realmente, defiende sus intereses de clase.
La novedosa iniciativa presidencial levantó polvareda, lúgubres quejidos en esta sucia casta oligárquica, completamente descompuesta por el narcotráfico y el paramilitarismo. El castillo montado y que parecía sólido y eterno, se viene tambaleando ante la unidad y movilización del pueblo colombiano, confirmando el dicho popular que dice que “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. Al calor de la lucha popular, campesina, indígena, estudiantil, cultural, ambiental y afrodescendiente, las distancias se acortan y las posibilidades de una verdadera Revolución se abre camino en Colombia.
También se confirma el adagio popular que dice: “La constancia vence lo que la dicha no alcanza”. Para llegar a esta instancia de lucha del pueblo, tuvo que pasar etapas dolorosas como el exterminio del Partido Comunista y la Unión Patriótica, el vil asesinato de toda una generación, entre ella, cinco candidatos presidenciales, senadores, representantes a la cámara, diputados, concejales, ediles comunales, etc. etc. etc.
Miles y miles de hombres y mujeres consecuentes con el cambio, fueron cobardemente asesinados, desaparecidos y torturados por el binomio militar-paramilitar, bajo la sombra negra de los presidentes de la derecha y extrema derecha, como el asesino Álvaro Uribe Vélez, entre otros.
Y a pesar de la orgía de sangre contra el inerme pueblo, éste no se acomplejó, sacó fuerzas, coraje, gallardía, inteligencia, malicia indígena, moral revolucionaria y sobre las cenizas del naufragio sacó fuerzas para sobreponerse y avanzar a estadios superiores de lucha. Los jóvenes revolucionarios de hoy, deben saber perfectamente este largo, doloroso y dramático recorrido que ha hecho el pueblo para llegar a esta instancia, solo así comprenderá la historia, la gesta de hombres y mujeres, anónimos y anónimas, que no dudaron en dar su vida por la causa noble del proceso que está en marcha, liderado por el Pacto Histórico. Es más: Solo así, hará que este proceso hermoso y humano, sea irreversible.
La burguesía se hunde en su propio estiércol
Sería ingenuo pensar que la burguesía colombiana está herida de muerte, sería cabalgar sobre el deseo y no sobre la razón. Sin embargo, su horizonte se agota y de qué manera. Se hunde en su propio estiércol, porque no tiene argumento válido para existir, teniendo que acudir con más virulencia a la violencia, a la mentira y a las salidas extremas. Negar la Consulta Popular el Congreso ayer, es una salida desesperada, porque él mismo sabe que se está enterrando el cuchillo, se está dando una cuchillada mortal. El pueblo sabe que, con esa decisión antipopular, lo está condenando a otros cien años de soledad y de injusticia social. A no reconocer a los trabajadores el derecho a un salario digno, a los jóvenes del Sena recibir un salario mínimo vigente durante sus pasantías, a comenzar el día a las seis y terminarlo a las seis de la tarde como nos enseña la madre naturaleza. Seguir con las medidas criminales del uribismo, son los deseos de estos senadores que en campaña dicen que aman el pueblo, pero, en el recinto de la democracia hacen exactamente lo contrario. Una vez más, el pueblo debe lanzarse a la calle contra ese congreso pusilánime y corrupto. No hay otra alternativa viable.
Sin embargo, las distancias se acortan. Ya no son votaciones abismales, podría decirse que hubo una especie de empate técnico. ¿Qué quiere decir eso? Que vamos por el camino correcto, que la burguesía se hunde en el lodazal, mientras el pueblo despierta, se organiza y lucha, haciéndose cada vez más y más invencible. Eso nos debe robustecer para enfrentar este crimen del Parlamento, fortaleciendo la unidad, la organización y la movilización. Es decir, no estamos arando en el desierto, ni estamos equivocados en las decisiones que hemos tomado. Nos corresponde fortalecer el respaldo al presidente, al Pacto Histórico y al proceso eleccionario de 2026, teniendo dirigentes más comprometidos y radicales con el proceso revolucionario que está en marcha y que es concreto, tangible, evidente. Como diría Galán: Ni un paso atrás, siempre adelante.
¡Llegó el momento, ahora le toca al pueblo! Por fortuna muchos han despertado y miles de colombianos se siguen poniendo del lado correcto de la historia. Saludos mi estimado profesor Nelson.
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