miércoles, 15 de julio de 2020

La desobediencia civil a la orden del día

Por Nelson Lombana Silva

La situación del pueblo colombiano es dramática. El país nacional va al fondo del abismo gracias a esta descompuesta clase dirigente que se pavonea en los clubes de gran alcurnia, con el dinero del pueblo. La descomposición moral y ética ha alcanzado índices insospechados. Los poderes públicos están en poder de la mafia. Todo está a merced del narcotráfico. El país está de rodillas ante la delincuencia de cuello blanco.


La violencia contra los desmovilizados farianos no para. Se sigue asesinando, con los mismos libretos del genocidio contra la Unión Patriótica. Colombia es un narco Estado. Eso lo sabe a ciencia cierta la comunidad internacional. Es una vergüenza. Las multinacionales y transnacionales pescan en río revuelto y de qué manera. El presidente Iván Duque Márquez, un verdadero petardo, entrega millones y millones de pesos al sector bancario en tiempos de pandemia del Covid – 19. Mientras tanto, aprieta al pueblo con impuestos en cantidades industriales.

Todos los días un suceso espantoso tapa otro más espantoso, sucesivamente sin final en el túnel. La mafia en el poder hace y deshace. Las cárceles están al tope de gente inocente, mientras los bandidos de cuello blanco se mueven como pez en el agua sin ningún contratiempo. El país se hunde en la extrema putrefacción. El “matarife”, sigue en el congreso dando dizque cátedra de moral y ética, rodeado de una verdadera caterva de ladrones y criminales.

El país se derrumba a pasos agigantados. El capitalismo se degrada al extremo en una crisis cíclica violenta e integral. Siete soldados violan a una niña indígena de doce años y las senadoras del Centro Democrático salen a decir que puede ser un falso positivo para desprestigiar a la fuerza pública. La vicepresidenta con casi toda la familia mafiosa, hablando que el pueblo es mantenido.

Nueve bases norteamericanas en nuestro país, más casi mil gringos más armados bajo el cielo colombiano. ¿Dónde quedó la soberanía nacional? Colombia está convertida en cabeza de playa para agredir a los países limítrofes, especialmente a la hermana república bolivariana de Venezuela.

Desobediencia civil, el camino

El pueblo no aguanta más. Tiene el deber y el derecho de pronunciarse. Asumir una postura consecuente con su clase social y enseñarle a esta putrefacta oligarquía que sí tiene dignidad y poder político para re direccionar el destino de la patria. La desobediencia civil es el camino.

¿En qué consiste la desobediencia civil? Según John Rawls, es “acto público no violento, consciente y político, contrario a la ley, cometido habitualmente con el propósito de ocasionar un cambio en la ley o en los programas de gobierno”.

“Su finalidad es generar una reflexión colectiva capaz de tumbar la ley injusta, concienciando a los ciudadanos sobre el mal que provoca e invitándoles a movilizarse para acabar con ella”.

Por su parte, el filósofo Ronald Dworkin, señala el derecho “en el sentido fuerte a desobedecer la ley”. El ciudadano tiene ese derecho, porque la ley invade injustamente sus derechos. Se ampara la desobediencia civil en tres derechos fundamentales contemplados ampliamente en la constitución nacional de 1991: La libertad de conciencia, la libertad de expresión y la participación política.

La desobediencia civil es el título de una conferencia escrita por Henry David Thoreau, la cual fue publicada en 1849. En este documento explica claramente los principios básicos de la desobediencia civil, que él mismo puso en práctica en el verano de 1846, al negarse a pagar impuestos. Fue detenido y puesto prisionero en la prisión de Concord. Justificó su decisión explicando que se negaba a colaborar con un Estado que mantenía el régimen de esclavitud y emprendía guerras injustificadas, en aquel caso concreto contra Méjico. La obra crítica la autoridad del Estado.

Este libro lo mantuvo presente, como de cabecera Gandhi, en su campaña de resistencia contra la ocupación británica de la India. De igual manera, esta obra influyó poderosamente en Martín Luther King, en su lucha no violenta en defensa de la no discriminación de la población negra en Estados Unidos.

Así es que esta iniciativa que comienza a discutirse en barrios y veredas de Colombia, tiene su fundamento, su historia y su razón de ser. Una resistencia que podríamos ejercerla desde la casa, ahora que estamos acosados por la pandemia del Covid – 19, que nos impide movernos libremente por calles y caminos. Sería contundente. Histórica. No cancelando los onerosos servicios públicos, por ejemplo o desconociendo las criminales leyes aprobadas por el Congreso de la República. Hay que hacer algo. No quedarnos con los brazos cruzados. Es más digno morir en pie que arrodillado. No hay duda.

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