Por Nelson Lombana Silva
Un nuevo caso de presunto abuso sexual contra menores por parte de un cura de la iglesia católica se presentó en la ciudad de Ibagué (Tolima). Un hecho repugnante contra los niños y las niñas que al parecer las autoridades averiguan para establecer la veracidad de los hechos.
El presunto infeliz insuceso coloca nuevamente a la orden día el tema del celibato en los sacerdotes y monjas, lo cual bien podría considerarse como una medida que va abiertamente contra la naturaleza humana. La sexualidad y el sexo son tan natural y tan humano como comer, vestir, dormir, etc.
No hay un solo elemento lógico para decir que la sexualidad y el sexo sean “pecado”, pecaminoso, observando que la palabra “pecado”, resulta un término ambiguo, difuso, gaseoso.
La relación íntima entre dos seres humanos resulta ser lo más hermoso y sublime, responsable y maravilloso. ¿Por qué prohibirse? ¿Por qué calificarse de pecaminoso? No hay que tener mucho cacumen para comprender que la relación íntima es una necesidad biológica del hombre y la mujer.
En vez de prohibirse, estigmatizarse y satanizarse, se debe educar, formar para que esta relación sea cada vez más responsable y placentera. Estas religiones se quedaron ancladas en el pasado, pensando exclusivamente en el factor económico y no en la condición humana del sacerdote, del seminarista y de la monja.
El sacerdote es un ser humano, de carne y hueso con formación, con emociones, con corazón, con sentimientos, con defectos y con cualidades. ¿Por qué contrariar esta realidad antropológica? Hacerlo, es ir contra la naturaleza humana y de alguna manera estimular hechos aberrantes como el que estamos considerando con el cura de la ciudad de Ibagué. La alta jerarquía de la iglesia debe considerar el tema con realismo y humanismo, animando una reforma profunda en estos temas y otros muchos más. Indudablemente, el celibato es una práctica contra la naturaleza humana.
Un nuevo caso de presunto abuso sexual contra menores por parte de un cura de la iglesia católica se presentó en la ciudad de Ibagué (Tolima). Un hecho repugnante contra los niños y las niñas que al parecer las autoridades averiguan para establecer la veracidad de los hechos.
El presunto infeliz insuceso coloca nuevamente a la orden día el tema del celibato en los sacerdotes y monjas, lo cual bien podría considerarse como una medida que va abiertamente contra la naturaleza humana. La sexualidad y el sexo son tan natural y tan humano como comer, vestir, dormir, etc.
No hay un solo elemento lógico para decir que la sexualidad y el sexo sean “pecado”, pecaminoso, observando que la palabra “pecado”, resulta un término ambiguo, difuso, gaseoso.
La relación íntima entre dos seres humanos resulta ser lo más hermoso y sublime, responsable y maravilloso. ¿Por qué prohibirse? ¿Por qué calificarse de pecaminoso? No hay que tener mucho cacumen para comprender que la relación íntima es una necesidad biológica del hombre y la mujer.
En vez de prohibirse, estigmatizarse y satanizarse, se debe educar, formar para que esta relación sea cada vez más responsable y placentera. Estas religiones se quedaron ancladas en el pasado, pensando exclusivamente en el factor económico y no en la condición humana del sacerdote, del seminarista y de la monja.
El sacerdote es un ser humano, de carne y hueso con formación, con emociones, con corazón, con sentimientos, con defectos y con cualidades. ¿Por qué contrariar esta realidad antropológica? Hacerlo, es ir contra la naturaleza humana y de alguna manera estimular hechos aberrantes como el que estamos considerando con el cura de la ciudad de Ibagué. La alta jerarquía de la iglesia debe considerar el tema con realismo y humanismo, animando una reforma profunda en estos temas y otros muchos más. Indudablemente, el celibato es una práctica contra la naturaleza humana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario