Colombia se encuentra en manos de la mafia, la delincuencia organizada y el paramilitarismo. La clase gobernante está untada hasta los tuétanos. Álvaro Uribe Vélez es apenas una poderosa ficha de este siniestro ajedrez que hace casi 200 años gobierna esta república sudamericana dominada totalmente por Estados Unidos.
La maniobra del presidente Colombiano Iván Duque Márquez para garantizar el paso de la frontera del payaso Juan Guaidó, miserable traidor del hermano pueblo bolivariano de Venezuela, apoyándose en el grupo paramilitar “Los Rastrojos” y el militarismo demuestra con claridad esta poderosa y espeluznante alianza criminal.
Una alianza criminal que cobija los poderes públicos de Colombia, con muy pocas excepciones. Un Estado fallido, mafioso, más exactamente que cuenta con el aval de Estados Unidos y que toma atenta nota para más adelante seguramente acusar.
Con qué cinismo Paloma Valencia, senadora del Partido de la Muerte, El Centro Democrático, dice que los Rastrojos no son paramilitares, son simplemente narcotraficantes. Es decir, el narcotráfico para esta criatura de pensamiento corto, no genera preocupación y puede conversar el gobierno, como efectivamente viene sucediendo, antes clandestinamente; ahora, públicamente.
Desde luego, que la relación de los gobiernos con el narcotráfico no ha sido de ahora, lo que sucede es que lo han hecho con sigilo, los últimos presidentes, sobre todo Uribe y ahora Duque, se han descarado. Tal es así que le resta importancia a los paramilitares y narcotraficantes Rastrojos y las fotos del bandido Juan Guaidó traidor venezolano con éstos cruzando ilegalmente la frontera.
Los verdaderos carteles que dominaron durante largo tiempo el narcotráfico en Colombia hacen parte de la clase dominante: Los López, los Lleras, los Pastrana, los Gaviria, los Betancur, etc. etc…
Ahora, al parecer el dueño absoluto de esta infeliz práctica son los Estados Unidos. Han instalado nueve bases gringas en nuestro territorio, los militares entran y salen del país sin ser requisados. Traen libremente todos los insumos químicos de ese país y sacan la pasta tranquilamente. “Nuestra Guerra Ajena”, estupendo libro de Germán Castro Caicedo, devela todas estas bellaquerías incluso, la privatización de la guerra. Es un libro de obligatoria lectura para entender el momento que vive el país.
El capitalismo todo los corrompe, lo prostituye, se lee en el Manifiesto Comunista escrito por Marx y Engels en 1848. Han pasado muchos años y la vigencia de este documento sigue intacta. Por el contrario. Ha ido aumentando peligrosamente. Cada vez es más criminal y salvaje, pues cada vez es más incapaz de resolver los problemas socio económico del pueblo colombiano, no teniendo otra alternativa que acudir a la violencia contra el pueblo.
Así, pues, no estamos ante un hecho coyuntural, estamos ante un hecho estructural sistémico, inepto e incapaz de resolver las necesidades del pueblo colombiano. Este es un sistema que se fundamenta en la guerra y la explotación del hombre por el hombre. Un sistema mafioso, pero también militarista – paramilitarista que cada vez se hunde más en su propia putrefacción, aumentando de esta manera la crisis estructural en todos los aspectos lesionando gravemente los intereses propios del pueblo colombiano. Aumenta el desempleo, aumenta la violencia, aumenta la intromisión de Estados Unidos en los asuntos internos de Colombia, aumenta la corrupción, aumenta la explotación del hombre por el hombre.
Colombia está en manos de la mafia, en manos del paramilitarismo, en manos del militarismo, en manos del narcotráfico. El gran desafío del pueblo es derrotar a esta clase putrefacta y asumir con seriedad los destinos de la patria. Asumir la dirección del Estado. No es una utopía imposible. El secreto está en la unidad, la organización, la politización del pueblo y la acción. No hay otro camino. No es dejando que otros decidan por nosotros, es decidiendo nosotros como se inicia el proceso y se derrota el Estado mafioso.
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