martes, 19 de julio de 2022

“Vacas sagradas, ¡Al carajo!”


Por Agamenón

A medida que se ha ido conociendo el equipo de gobierno del presidente electo, Gustavo Petro Urrego y Francia Márquez Mina, bueno resulta traer a colación al escritor costumbrista Álvaro Salom Becerra, quien hablaba de las “vacas sagradas del establecimiento”.

Durante centurias nos dividieron entre liberales y conservadores. Sin embargo, al ganar uno de esos partidos, compartía el poder con el supuesto perdedor, pero, por las alturas. El país, considerado una apetitosa torta, era repartido milimétricamente entre las “vacas sagradas del establecimiento” de ambos partidos, mientras el pueblo, de bando y bando, quedaba viendo un chispero, como se suele decir coloquialmente.

Entonces, era religiosamente la constante que los ministerios, las embajadas y los institutos descentralizados, estuvieran en manos de liberales y conservadores, supuestamente, “genios” y “prohombres” de la gran oligarquía, en su inmensa mayoría graduados en universidades europeas y norteamericanas. Álvaro Salom Becerra desentrañó esa cruda realidad, afirmando categórica y valientemente: “Al pueblo nunca le toca”.

Era una verdad de apuño. El partido que no llegaba a la presidencia, engañaba fácilmente a su electorado con el cuento que había perdido, mientras el ganador habla de democracia por las alturas para la repartija de la burocracia. Había torta para su círculo cerrado, menos para el populacho. Bien decía un amigo: “La oligarquía siempre caía para arriba”.

Con Petro y Márquez, ha comenzado una nueva era. Por eso, vemos rostros con sabor a pueblo en los ministerios, en las embajadas y en los institutos descentralizados.

Además, ha confeccionado un equipo, ubicando gente en su onda, en su área de conocimiento. Solo un ejemplo: La ministra de cultura, Patricia Ariza Flórez. ¿Quién desconoce que esta mujer se ha movido toda su vida en este escenario y con sobrados méritos?

Tener indígenas en el gobierno es un sueño maravilloso que se ha materializado. Se ha constituido un equipo para el cambio. De entrada, el gobierno electo está cumpliendo, ratificando el inmenso reconocimiento a las capacidades del pueblo para gobernarse expresada durante su campaña.

Será un gobierno para el cambio, pero también para la paz. Será un equipo que podrá meter las patas, pero no las uñas para apoderarse de los recursos del pueblo.

Un equipo que habrá que apoyar con iniciativas, propuestas, movilizaciones y críticas bien argumentadas. Un equipo que deberá estar en contacto con el pueblo, mediante una comunicación de doble vía.

Ahora, al pueblo sí le toca participar en el forjamiento de su propio destino. Por eso, debe asumir una postura enhiesta, participativa y dinámica. Una formación política y una organización capaz de cambiar esa subcultura de la sumisión, el miedo y el analfabetismo político, en la que nos ha metido a punta de violencia y mentiras, este criminal régimen capitalista. Nada cambiará si el pueblo organizado no asume un protagonismo de primer orden.

Sin triunfalismos, bien podríamos decir: “Vacas Sagradas en Colombia, ¡Al Carajo!”

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