miércoles, 14 de agosto de 2019

Campaña electoral al rojo vivo

Emilio y Rosmery Martínez. Foto: A la luz pública
Por Nelson Lombana Silva

La campaña electoral se encuentra al rojo vivo. Se trata de elegir a los ediles, concejales, alcaldes, diputados y gobernadores en toda la república de Colombia. Dos sectores, bien definidos, se disputan estos cargos de elección popular: La Derecha y la Izquierda. Si bien es cierto hay irrefutables matices, tanto al interior de la derecha como en la izquierda, en términos generales, la disputa es entre una y la otra.


En la derecha se habla – por ejemplo – de extrema derecha, donde cabe perfectamente el Partido de la Muerte, El Centro Democrático. Podrían existir diferencias entre derecha y extrema derecha, pero para hallar esa diferencia o diferencias, habría que hilar bien delgadito. Alguno dijeron en su momento que Juan Manuel Santos Calderón era derecha y Álvaro Uribe Vélez extrema derecha. (Cójame ese trompo en la uña).

En la izquierda, decía el camarada Carlos Arturo Lozano Guillén, no se podía hablar en singular sino en plural y es cierto. Hay muchas izquierdas de distintas tonalidades, que también hay que analizar detenidamente para encontrar las diferencias y las similitudes. Estas similitudes y diferencias salen a flote en estos momentos de campaña electoral.

La derecha hace su campaña hablando mal del contrincante, colocando en acción su maquinaria electorera, despilfarrando sumas de dinero, mintiendo, atemorizando y alienando. Haciendo promesas en cantidades industriales. Al decir de la misma comunidad – por ejemplo – el gobernador del Tolima viene repartiendo cemento, falso abono, tejas de zinc, inaugurando obrillas súper costosísimas, ofreciendo cargos, etc, etc. “Es que este gobernador sí sabe para qué es el poder”, me comentaba un contratista menor en voz baja.

Todo lo más atrasado políticamente en este departamento, se ha reunido alrededor Rosmery Martínez, la hermana del ex presidente del congreso que tuvo que pagar cárcel por paramilitarismo. Sin la más elemental ética, se aplica el principio de Nicolás Maquiavelo que dice que el fin justifica los medios.

En la izquierda se hace el esfuerzo de la unidad, pero con muchos perendengues todavía. Es como si sectores, que hablan tanto de la unidad, no entendieran que la unidad es el único camino para ser gobierno y poder. No hay otra alternativa. Una simple coma es motivo de enconados debates. 

El proceso es doloroso a veces, complejo en otros, incierto, incluso. Sin embargo, no hay otra forma distinta que la unidad alrededor de programas, reglas claras y compromiso ético para materializarla en la práctica. No en vano dijo el Che Guevara: La unidad es táctica y estrategia.

Para todos los que se consideran de izquierda, y  algunos de vera lo son, la única manera de llegar una propuesta clara de izquierda a la alcaldía de Ibagué, es a través de una “chipa” amplia, clara, coherente. No hay una fórmula distinta. En esas condiciones, se trata de deponer egos, estirpes, etc y hallar puntos de coincidencia en temas nodales y definitivos en la dinámica de hacer realidad la democracia, la paz con justicia social, la defensa del medio ambiente y la lucha real contra la corrupción y hegemonías hoy en el ocaso en la ciudad musical de Colombia.

La izquierda no puede perder el horizonte. Tampoco perder esta oportunidad singular de raparle el gobierno a la derecha, a los viejos caciques que se consideran que el poder es eterno para ellos.

La política es fuerza, poder. Por lo tanto, la disputa resulta fuerte. No es un juego de niños, es una disputa violenta entre una clase social que muere, pero no ha fallecido totalmente y una clase social que nace, pero que aún no ha nacido totalmente. Por eso, no hay que esperar que nos inviten a la batalla ideológica y política, que hoy se venga librando en barrios y veredas de Colombia, hay que estar allí en primera línea, invitado o no invitado, a exponer nuestros puntos de vista y buscar una segunda y definitiva independencia. 

Mientras la derecha expone como herramientas centrales la mentira, la promesa, la corrupción, el terrorismo y el ventajismo, la izquierda debe esgrimir cada vez con más claridad y decisión la verdad, el argumento, la honestidad, la paz con justicia social y la disposición de persistir en la lucha cada vez con más ímpetu y decisión. No es presentando un discurso parecido al de la derecha como salimos adelante. Salimos adelante radicalizando el discurso, caracterizándolo y sobre todo, haciéndolo coincidir lo que se dice y lo que se hace.

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