lunes, 22 de diciembre de 2025

Safari de Sintragritol al viejo Ambalema

Estatua del Libertador Simón Bolívar en el parque principal de Ambalema, Tolima. Foto Nelosi

Por Nelson Lombana Silva

La seccional Ibagué, del sindicato agrícola del Tolima (Sintragritol), organizó un safari en chiva al municipio ardiente de Ambalema (Tolima), con miembros y amigos de éste, el domingo 21 de diciembre, después de las siete de la mañana con retorno feliz después de las seis de la tarde. La enorme responsabilidad recayó en el presidente de dicha seccional, Gilberto Sierra Machado, quien supo darle dirección para dejar a todos y a todas, completamente satisfechos y satisfechas, con la firme convicción de desarrollar más actividades de esta naturaleza el año entrante.

Casas coloniales a punto de caer por desidia de la clase gobernante en el municipio de Ambalema, Tolima. Foto Nelosi


Bajo un sol espléndido y la algarabía del grupo que no paraba de bailar y lanzar expresiones de júbilo, animado por un aguardiente, en casi dos horas la chiva recorrió la distancia sin hacer pausa, divisando a lado y lado de la calzada, cultivos de arroz y monte escabroso. Ambalema colonial de rostro adusto y melancólico con sus 1001 columnas, se encuentra al garete, sin liderazgo de la pobre clase dominante. Las calles adoquinadas y solitarias, con uno que otro borrachito y habitante, recibieron la caravana con especial alegría.

La chiva estacionó en la plaza principal. Los turistas descendieron para consumir el fiambre, tomarse fotos y buscar el desayuno. El pueblo parece de mendigos, los edificios y las casonas coloniales cayéndose a pedazos, mientras el rastrojo trepa libre por las paredes. Es un pueblo adormilado y polvoriento en la vera del río Magdalena sin autoridad dispuesta a rescatar y preservar los rasgos culturales de la histórica población.

“¿Qué sigue ahora?”, preguntó Hernando Ramírez, después de tomar un caldo de asadura sin asadura y compartir parte de su vianda con un pajarito de vistosos colores que al parecer tienen allí como mascota. “Vamos a hacer un recorrido por la Ambalema colonial”, contestó Gilberto Sierra Machado.


Los escombros de la entonces floreciente casa inglesa en Ambalema, Tolima. José Alberto Galeano Guzmán, clama justicia. Foto Nelosi

La Ambalema colonial es un simple montón de casas a punto de desplomarse por la desidia de sus gobernantes que seguramente desconocen de cabo a rabo el valor de la cultura, del arte y la historia. Al parecer viven embebidos en devorar el presupuesto en función del interés particular.  Produce indignación ver la otrora famosísima casi inglesa, hoy convertida en pedazos a punto de caer.

Se atravesó por allí, un vendedor de chance que hace cincuenta años, según comentó, lamentándose de la situación que vive Ambalema. Se trata de don José Alberto Galeano Guzmán, setenta años de edad, abultado y de mirada taciturna. Describe el historial de la casa inglesa con sus propias palabras: “En la casa inglesa había una tradición en la que las monjas vivían ahí y mantenían la casa bonita. Pero, tan pronto fueron desalojadas, la casa se acabó. Una casa sola se acaba”.

“La casa sigue dañándose y nadie ha venido a hacer algo. Se intentó, pero poco se pudo avanzar, solo se gastaron un poco de guaduas y cemento. El dinero que ha llegado, se ha desaparecido por encanto y nadie responde. Esta es una obra para fomentar el turismo, pero qué desgracia, viene el turista y se encuentra con un pueblo abandonado”.

“La importancia de la casa desde la perspectiva cultural e histórica es importante. Había un túnel, cerca de esta casa que comunicaba con el río Magdalena y era utilizado por los antiguos indios en la actividad comercial y seguramente de seguridad. Ellos se botaban del puente y llegaban aquí, para negociar el tabaco, la sal, cambiando o comercializando con textiles y otros cachivaches que entraban y salían de Ambalema”.

A pesar de la pobreza y el abandono que recorren las adoquinadas calles con entera libertad, don José Alberto, piensa tímidamente en una segunda oportunidad, que de pronto surja un alcalde con cabeza para impedir que la Ambalema colonial desaparezca por el simple abandono. “Ambalema – dice – fue capital de Colombia. Fue durante un tiempo tabacalera, algodonera, comercial. Ojalá, vengan personas importantes y nos ayuden a rescatar la tradición histórica que hoy se escapa con dolor e impotencia de no poder hacer nada por la mísera pobreza y la corrupción de los gobernantes”. 

“Cuando la tragedia de Armero, hubo la iniciativa de países extranjeros de hacer dos barrios en este municipio, pero la incapacidad de los gobernantes de la época lo impidieron. Al no tener receptividad por parte de los dirigentes, dichos barrios fueron construidos en Lérida. Armero Guayabal todos los días está creciendo, mientras Ambalema, todos los días se está achiquitando. Corre el riesgo de pasar de municipio a corregimiento”.

Listos y listas a cruzar el Magdalena en busca de Listos y listas a cruzar el Magdalena en busca de Gramalotal, Cundinamarca. Foto Nelosi

Después de visitar al camarada y profesor universitario pensionado, Julio Flórez en su casona oceánica, rodeada de frondosa y espesa vegetación que la convierte en un verdadero oasis, con la camarada Lily Ipuz Medina, regresamos al parque principal y de allí, nos desplazamos al puerto fluvial, donde saboreamos algunas bebidas para paliar la sed y conversar animadamente. Marco Díaz, contó varias odiseas que le ocurrieron durante su estadía por estos lares, sobre todo cruzando el imponente y contaminado río Magdalena.

De puerto es solo el nombre. El bello lugar abandonado con precios elevados. Casas restaurantes sin cielorraso, óxido en el pedazo de ferro y las deterioradas lanchas que transportan a la gente de un lado para el otro. La brisa apacible y el agua turbia que desciende inexorable sin hacer pausa. 

Almorzamos con atención paquidérmica de una mujer relativamente joven que agradeció que los comensales le hicieran la cuenta final, que ella traía escrita en un cuaderno rayado. Sonrió de oreja a oreja cuando lo que dijeron los comensales coincidía con la suma escrita. “Son ustedes unos amores”, dijo feliz.

Gilberto Sierra Machado parte la torta de onomástico a la orilla del río Totare, en Alvarado, Tolima. Foto Nelosi


La tarde se insinuaba. Los rayos solares parecían agujas hipodérmicas. Abordamos la chiva sin remordimiento después de esperar que una veterana se recuperara de un momentáneo soponcio y otra más, comprara un par de tortas para celebrar el onomástico del camarada presidente de Sintragritol, seccional Ibagué, Gilberto Sierra Machado, el sencillo y emotivo acto, se realizó a la vera del río Totare, vereda Cabecera del Llano, territorio de Alvarado. “Pida un deseo”, dijeron las organizadoras del acto. “Que se fortalezca el Pacto Histórico y que Iván Cepeda Castro, sea el nuevo presidente”, contestó sin pestañear.

De allí, salió la chiva La Princesa WTB331 de Alvarado, en estampida con dirección a la capital musical de Colombia, dentro de un ambiente de alegría y camaradería de todos y todas los y las asistentes. Poco a poco la mazorca se fue desgranando en la medida que ascendía por la emblemática carrera quinta; las mismas expresiones de complacencia y satisfacción se dejaron escuchar. La camarada Martha Cecilia García fue clara al hacer el balance: “No todo debe ser trabajo, el paseo cae bien y se debe profundizar en el 2026”.

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