Por Nelson Lombana Silva
De todos los analfabetismos el peor es el político, porque el pueblo padece pobreza, miseria, desempleo, violencia y exclusión, sin embargo, sigue apoyando a los generadores convencido que una cosa es el problema social y otro el político y que entre el uno y el otro no hay conexión. Por eso es común que el pueblo se lamente, pero, llega la elección y vota sin sonrojarse por el verdugo. Fácilmente se deja comprar por la comilona, el licor, la parranda, el bulto de cemento, la teja de zinc, el billetico, la beca o la promesa de un buen empleo.
Ha sido la costumbre de los politiqueros de oficio de la sucia y narco oligarquía colombiana, quien coloca a estos parlamentarios para que defiendan sus intereses de clase. Eso explica por qué el actual Parlamento, en su inmensa mayoría, se ha dedicado a impedir la aprobación de las grandes Reformas que ha propuesto el gobierno del cambio liderado por Gustavo Petro y Francia Márquez.
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Foto: internet |
Con la consigna que ha venido haciendo carrera que solo el pueblo salva al pueblo, el gobierno ha logrado romper ese malévolo cerco mediático, manteniendo una comunicación directa y fluida con el pueblo de las distintas y lejanas regiones del país. Ha sido una labor perseverante y titánica, porque se ha logrado y el nivel ideológico y político de las masas ha subido en grado sumo.
Es más: Con la activa movilización y la audacia del gobierno nacional, han impedido el Golpe de Estado, que esta puerca oligarquía ha contemplado sin haberse posesionado como jefe de Estado, Gustavo Petro Urrego. Igual, han fracasado los intentos de asesinarlo desde que era candidato, como el caso de Cúcuta que conmovió las fibras del país nacional y las series de intentonas que el mismo presidente ha venido denunciando con sobrados argumentos.
No hay dudas, vivimos un nuevo momento histórico, en el que la máscara de la gran oligarquía ha ido cayendo paulatinamente. Hoy sabe el país nacional que la mafia empotrada en la entraña del poder en Colombia no es de ahora. No obstante, las tres últimas administraciones de Álvaro Uribe Vélez, Juan Manuel Santos e Iván Duque Márquez, fueron dedicadas casi que exclusivamente a posicionarla en los poderes públicos del Estado. Por lo tanto, todos estos poderes públicos están permeados por el narcotráfico. Extirpar dicho cáncer resulta demasiado complejo y seguramente llevará muchos años en poder constituir unas instituciones limpias y democráticas que representen los intereses del pueblo en general.
Lo importante es que en estos momentos no se puede decir que hemos comenzado de ceros, porque hay un acumulado de lucha y resistencia que poco a poco se ha consolidando, con avances y retrocesos, a través de duras y dramáticas luchas. El Partido Comunista, para solo colocar un ejemplo, viene luchando desde 1930; luchando contra el terrorismo de Estado y la perversa injerencia permanente de Estados Unidos, sus ideas poco a poco se han ido plasmando en la praxis. La unidad, la movilización, la paz y la justicia social, son banderas que ha sostenido muy en alto y a qué precio, y que hoy con el Gobierno del Cambio, poco a poco se vienen materializando.
Eso nos permite decir que no estamos arando en el desierto. Por el contrario, vamos por el camino correcto, tal como lo señala el marxismo y el leninismo. El pueblo ha ido entendiendo que el comunismo no es ese ogro del cual nos habla Uribe, Paloma Valencia, Vicky Ávila y la tal Cabal. Poco a poco ha ido entendiendo que comunismo es paz, justicia social, solidaridad, respeto por la diversidad, amor por la naturaleza, aprecio por los nadies que caminan silenciosos sin pan, sin amor y sin esperanza en el futuro por las calles y los caminos de Colombia.
Por eso, la tarea fundamental es romper, hacer añicos el analfabetismo político. En la medida que lo logremos el pueblo podrá radicalizar todos estos procesos iniciados por el Pacto Histórico y sentar las bases sólidas de un cambio total, donde el proletariado pase a ser clase dominante. Así, pues, no hay que hacer pausa y en el 2026 mantener el gobierno de izquierda y ganar mayorías en el Parlamento. No hay otra alternativa.
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