Hay dos hechos deplorables que dejan a Colombia mal parada, tanto en el contexto nacional como internacional, por obra y gracia de la clase dominante liderada en esta oportunidad por el “presidentico”, Iván Duque Márquez. Hay vergüenza ajena a borbotones.
De un lado, sus conocimientos sobre historia son deplorables. Qué vergüenza de los profesores que le enseñaron historia. Perdieron el tiempo. Al parecer su cabeza solo le sirve para hacer la veintiuna con el balón de fútbol y recibir órdenes de Estados Unidos y el narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez. No sabe mandar, sabe obedecer.
Decir que los Estados Unidos fueron partidarios y colaboraron en el proceso de independencia de España, es una completa metida de patas, una ignorancia crasa que coloca la academia de historia colombiana en la cumbre de la ridiculez. Un niño de quinto de primaria no sale con esa burrada tan absurda e incoherente.
¿Es tal el estado de analfabetismo de esta clase dirigente o tal el estado de sumisión al imperialismo de los Estados Unidos? O, ¿Quizás ambas cosas?
Bolívar fue profundamente antiimperialista. Lo dice clarito y sin ambages: “Pareciera que los Estados Unidos estuvieran predestinados por la Divina Providencia a plagar de miseria los pueblos en nombre de la libertad”.
En otro acápite propone la unidad de América, desde Méjico hasta Chile, dejando por fuera a los Estados Unidos. “Nada con este país nos une, ni la religión, ni el idioma, ni las costumbres”, señala.
Un niño de primero bachillerato sabe que este país imperial asumió una postura ambivalente. Cuando le convino ser “neutral” lo fue y cuando le convino estar a favor de España, lo hizo sin vacilación de ninguna naturaleza.
Es más: Alimentó la división intestina en la naciente república granadina. Maniobró para la destrucción de la Gran Colombia. Sedujo a Francisco de Paula Santander y lo colocó a su favor. Estados Unidos no es enemigo del pueblo colombiano ahora, lo ha sido siempre, por cuanto nunca ha manejado relaciones humanas, sino relaciones imperialistas.
La babosada de Iván Duque Márquez es una afrenta a la dignidad de la patria, la soberanía nacional y sobre todo, a la historia real que permanece oculta, ignorada y en otras casos, tergiversada. ¡Qué vergüenza!
El otro aspecto, tiene que ver con la postura del auto proclamado grupo de Lima. Su declaración contra la hermana república bolivariana de Venezuela, llena de indignación los pueblos latinoamericanos. No reconocer la legalidad del presidente Nicolás Maduro Moros, solicitarle que no se posesione el 10 de enero para el siguiente período e incitarlo a que entregue el poder constitucional a la Asamblea Nacional, es una posición de extrema dependencia al imperialismo estadounidense. Produce asco, hasta pesar.
Estamos convencidos completamente que no es la voluntad de los pueblos que estos arlequines dicen representar, son la voluntad del imperialismo y de la burguesía apátrida que dominan en estas naciones sudamericanas. Triste saber que en ese grupo se encuentra Colombia, un país que tanto le debe a la hermana república bolivariana de Venezuela.
Dicho grupúsculo no tiene la más elemental noción del derecho internacional, ni el concepto claro de la libre autodeterminación de los pueblos. Cada país es soberano, independiente y libre. Es autónomo a definir su sistema de gobierno. ¿Por qué entonces, se empecina en avasallar la soberanía nacional de este país para pontificar sobre lo divino y lo humano?
¿Qué le ha hecho la hermana república bolivariana de Venezuela a Colombia, por ejemplo? Tenerle en su patria dignamente a cerca de 6 millones de colombianos, colocar todo su poder político y diplomático a la construcción de la paz en nuestro país. ¿Eso es malo? ¿Eso justifica prestar el territorio a Estados Unidos para agredir a este país? ¿Así se pagan los favores?
La declaración de este grupúsculo es una intromisión vergonzosa, peligrosa y repudiable, entre otras cosas, porque no es original, simplemente repite maquinalmente la orden imperial de Estados Unidos. Es una declaración de guerra, de invasión, cuando la humanidad hace esfuerzos por avanzar hacia la paz y la convivencia entre los pueblos.
Hay que inventar distintas campañas para denunciar esta intromisión contra esta hermana república bolivariana. Crear grupos de solidaridad y fortalecer los que hay. Si es el caso, hay que volver a desenvainar la espada de Bolívar. Los Estados Unidos no pasarán y si se atreven a hacerlo recogerán el polvo abnegado en sangre yanqui y las bolsas de polietileno se acabarán rápidamente en Estados Unidos. La crisis y la hecatombe comenzarán por allí. Venezuela no correrá la suerte que corrió Chile con el camarada Salvador Allende. No estamos en 1973, estamos en el 2019, míster Donald Trump.
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