Don Napoleón Valencia Peñuela, campesino de China Alta, municipio de Ibagué (Tolima) Foto Nelosi |
Miembros del Sindicato de Trabajadores Agrícolas del Tolima (Sintragritol), liderados por su presidente Gilberto Sierra, visitamos la vereda China Alta, municipio de Ibagué (Tolima), el pasado domingo 26 de abril, con el objeto de plantearle a la comunidad la necesidad de organizarse para exigir sus derechos constitucionales.
Después de recorrer una carretera que más parece un camino de herradura, llegamos al pequeño caserío donde algunos campesinos nos esperaban con una visión totalmente distinta a la que nosotros teníamos presupuestada. Encontramos a la señora Blanca Inés Castro de Gómez, preparando los alimentos para su clientela. Ella nos contó que era de Santiago Pérez, municipio de Ataco, que le había tocado salir de allí desplazada hace 17 años dejando su finca abandonada ante el horror del paramilitarismo que se enraizó en la zona y que hizo toda clase de fechorías. “Me levanto la comidita vendiendo acá”, dijo.
En medio de la riqueza natural de un pintoresco paisaje, la pobreza galopa por la vasta región libremente. Es día de mercado allí y los campesinos salen en bestias y mulas a vender sus productos, especialmente el café pues está comenzando la cosecha y otros productos como la papá, el plátano, la yuca, el frijol, etc.
Una vez venden sus productos se sientan la mayoría a libar en la “discoteca” una casita pequeña con música estridente que cuenta el drama de los labriegos de alguna manera. Parece una vereda distante de la civilización, sin esperanza de nada, solos dominados por los medios de comunicación y las religiones. “Aquí lo que predomina es la desorganización”, dice Guillermo Peña, un labriego que se gana la vida jornaleando. “Si ustedes nos van a hablar, háblenos de organización, la necesidad de estar unidos, porque eso sí me gusta a mí”, dice dibujando una leve sonrisa.
Entramos en la casita de Ernesto Nieto, campesino chaparraluno que hace 17 años también está por estos lares luchado por sobrevivir con su mujer e hijos. “Soy de Chaparral, la vereda el Moral, salí del cañón de las hermosas por la violencia”, dice.
Se siente enfermo y cansado. Cuenta que fue detenido en el 2004, durante las redadas masivas del ex presidente Uribe y puesto preso durante un año acusado de ser informante de la guerrilla. “Me cogieron – dice – con muchos campesinos, entre ellos, Miguel Cuellar, nos amarraron, nos hicieron caminar hasta el alto y allí nos subieron al helicóptero. A mí me sacaron a la una de la maña de aquí de la casa y no consideraron que tenía una gripa terrible, el sereno y una brisa que cayó me cayó una enfermedad a los pulmones que hoy me tiene inútil, inservible. Eso me duele. Sin embargo, quiero morir en el campo”, señala al momento de ofrecernos un vaso con masato.
Allí, encontramos sentado al patriarca de la zona, se trata de don Napoleón Valencia Peñuela. A pesar de su edad y achaques de salud, habla con garbo y seguridad. Relata su tragedia, que es la tragedia de la comunidad en general en su vereda. Se guía por lo que le llega a través de los medios de comunicación (incomunicación, dice Eduardo Galeano). No piensa por sí mismo, repite maquinalmente la ideología de la clase dominante. Sin embargo, cuenta la tragedia que padece la comunidad a su manera sin rodeos y con su propio lenguaje. “Yo pensé que ustedes venían a hacerme mi casita que ya está ladiada”, dice.
El diálogo que sostuvimos con don Napoleón, antes de comenzar la reunión propiamente, devela el drama de la comunidad, el estado de alienación y el abandono total del Estado a los campesinos y al pueblo en general. El analfabetismo político cunde, el desamparado es el pan nuestro, todos y todas están a merced de la delincuencia, la red de informantes y las fuerzas oscuras del paramilitarismo. Si eso ocurre en las goteras de la ciudad musical de Colombia, Ibagué, ¿Qué será en las veredas más distantes? ¿En los departamentos de la periferia?
Esta fue la conversación con Napoleón que nació en 1948:
- Napoleón Valencia Peñuela campesino de la vereda China Alta, municipio de Ibagué (Tolima). ¿De dónde es usted?
Yo soy de esta vereda y nací en 1948.
- ¿Cómo era la región en ese entonces?
Era una región más o menos muy buena, porque la cosa era muy barata, pero así mismo se ganaba poquito, pero todo mundo trabajábamos; ahora hay poca gente para trabajar, los viejos son los que están trabajando. La juventud hoy casi no le gusta trabajar.
- ¿Cuántas fincas hay en esta vereda de China Alta?
Hay hartas fincas, pero para darle la cantidad exacta no. Hartas sí hay en todo este cañón.
- ¿Qué se produce en estas fincas?
De todo. Se da yuca, plátano, fríjol, maíz, caña… lo que usted siembre. De todo se da. Hasta marihuana se da. Y eso es lo que vale ahora, porque el café ya lo bajaron de precio, las cuatro pepitas que tenemos. Ese es el problema. En cada cosecha lo bajan y cuando ya lo grandes lo tienen allá, hay sí lo suben de precio a millón de pesos. El auxilio que el gobierno nos ofreció la otra vez cuando el paro campesino, cuántos años hace y nada. No nos bajaron los insumos, no nos bajaron nada, ni arreglo de caminos, las carreteras nos toca que arreglarla nosotros mismos, los caminos, ¿Entonces?
- Precisamente, de acuerdo a su criterio, ¿Cuáles son los principales problemas que tiene la vereda China Alta?
De todo. Arreglo de caminos, que nos bajen los precios de los insumos, las carreteras, todo. Aquí se da de todo, pero tenemos una carga de yuca aquí y cómo hacemos para sacarla; cuando la tenemos y la vamos a sacar, vale $10 mil pesos la llevada y la vamos a vender y eso nos da. Así no paga sembrar. Sembrar para la comidita. Ese es el problema.
- ¿Esta vereda ha sido sacudida por la violencia?
Sí señor. Por aquí pasó esa gente que dirigía Sangrenegra. Ahora último vino la gente que usted sabe. Ahora dicen que no hay nada. Claro, como esa gente no vive aquí, sino que llegan y se van. ¿Qué hace uno? Aquí han llegado, ahora no y que lo diga don Ernesto: ¿Cierto que ahora no ha venido la gente del monte? Claro que todos somos del monte. Hace días que no pasa nadie por acá gracias a dios.
Cuando llega algún desconocido nosotros nos reunimos y le preguntamos: ¿Usted qué es lo quiere? Y si toca que sacarlo a palo se saca, pero le toca a uno mismo que cuidarse. Una vez venía en un mixto y nos asaltaron y nos robaron; llamamos con un celular que se logró rescatar a la policía y, ¿sabe que nos contestaron en el puesto de Ambalá? Llame dentro de ocho días otra vez acá y deme los datos, quiénes fueron los que salieron, cuántos, qué armas llevaban, qué dijeron, para nosotros pasar ese dato a la brigada o el batallón para que dentro de un mes suba el ejército.
¿Para qué nosotros necesitamos un ejército dentro de un mes o la policía? En el momento que yo estoy bregando a robar esa cámara de usted, intento atracarlo, es que yo necesito el auxilio, ¿Cierto?
Ahora, mire, vea: Vamos a salir, llevamos una peinillita, nos encontramos el ejército o la policía en el camino, nos la quitan, mucho menos un revolver. Nosotros mismos podemos si nos salen darles candela y pelear con ellos, porque la pelea es peleando, pero no ve que no podemos cargar nada, ni una peinilla.
No sé ahí qué hacer; que le den a uno alguna autorización. Póngale cuidado que ahora que comienza la cosecha de café, salen por ahí; vienen los negociantes que traen platica, tiene usted una finca y trae un millón o dos o 500 mil pesos, 100 mil pesos para pagarle a un trabajador y les salen dos o tres tipos armados, cuatro o cinco y le dicen a uno: Pase o si no se muere. Pregúntele a cualesquiera que así es.
- ¿Están desamparados ustedes por estos lares?
Por ese lado estamos desamparados. Que nos dejaran cargar armas, conseguíamos las armas y dos o tres tipos se iban armados para allá y se podían venir. Y cuando salgan, pregúntele a cualesquiera aquí, es que son muchas veces los que han atracado. No hace mucho tiempo, un señor Armando Rodríguez, como que es, lo mataron allá en el alto. Venía y le salieron. Esto es un atraco, bájese hijueno se qué de todo y él traía un celular y hizo la mano así como para bregar a esconderlo y ahí mismo sacaron y le pegaron un tiro y lo mataron, con escopeticas, con changones.
Donde nosotros pudiéramos cargar armas, nosotros también les podemos hacer, pero usted solo no puede pelear, porque a usted solo le da miedo, usted puede traer un revolver ahí y yo le pelo otro, pues nos vamos a dar candela. Es que la pelea es peleando. Pero no se puede cargar una peinillita, no se puede nada. La policía no puede venir por acá porque ahí mismo los matan en la moto. El gobierno viene cuando hay un poco de muertos. Necesitamos que nos ayuden para la carretera, que entre la maquinaria, que aquí se le da la comida a los maquinistas, los contratos para arreglar los caminos. Ahora no. Viera usted el camino donde está mi pequeña finquita, que no es mía, es de mi mamá. Ni a pie se puede pasar. Se nos dañó un pedazo de camino, pero es peña así, entonces necesitamos pedir un auxilio para eso, se van por ahí unos diez o 15 bultos, unas varillitas y nosotros mismos hacemos el trabajo. Es un pedazo corto. Se desbordó y quedó un pedacito reducido para pasar, no pueden pasar las bestias. Hay que hacer un murito. Sobre eso estamos toda la comunidad, sobre eso estábamos si venía ese funcionario de desarrollo rural. Pedirle, porque nosotros vamos a colaborar con meter el dedo para que ustedes vayan a ganar platica. Y nosotros qué. ¿Seguimos en la misma? Necesitamos de todo lo que nos den: Herramienta para trabajar, porque no tenemos con qué trabajar, ni con qué comprar; que lo diga Peñita que es de aquí también. Necesitamos muchas cosas. Vamos a ver si el gobierno nos mira con ojos de piedad. Los campesinos somos los que sacamos toda la agricultura al pueblo.
- Pero, ¿Con tantos gobiernos que han pasado y pasado y todavía tiene el campesino esperanza de que algún gobierno haga algo por esta zona?
Pues esa son las miras, esas son las miras, pensando no cuesta nada, ni soñar cuesta nada. Esa son las miras. Y qué vamos a hacer: Bregar a pedir y pedir a ver si de pronto alguno, no se la echa toda al bolsillo, que sí mira que nosotros necesitamos. Vivimos en casitas que no son viables para vivir, casitas en plásticos, un plástico negro así forrado, que lo diga Peñita. Yo tengo una casita vieja de bareque, ya está ladiada; ya hablé con la junta y con ese señor de desarrollo que vino no sé qué día, que tengo que llevar hasta la foto de mi abuela para haber si me dan un bulto de cemento. Yo necesito que me hagan la casita. Hay que tumbarla porque ya está ladiada, ya que me pongo a joder con eso. Pero dizque porque no tengo el paz y salvo, escritura pública, ya eso es hijuela que eso era de mi mamá, que eso ya no sirve para nada.
- Es decir, ¿La comunidad de la vereda China Alta no siente la presencia de la administración municipal, departamental o nacional?
Pues sí la sentimos y sí han venido y todo, hay alguno que sí nos colabora, pero todos no. Y eso es muy complicado, porque a mí me ponen a hacer unas vueltas y lo ponen en vueltas: que vaya el lunes, le dicen que no que el viernes, no el miércoles de la siguiente semana. La mayor parte vivimos de un jornal trabajando. Si no trabajamos la semana, entonces para mantener la mujer con dos o tres hijos, que siempre en el campo abunda mucho eso porque como hace tanto frío, abunda mucho la agricultura y eso también. Se trabaja de día y de noche. (Risas).
Se necesita de todo. Se necesita el puente, la pavimentación de China Alta, pero ahora (me perdona, yo le digo la verdad) vienen por la política porque usted sí tuvo la suerte de estudiar, en busca de un carguito bueno. Después no viene porque dice: Por allá lo matan a uno.
- ¿Cómo entiende usted el proceso de paz que se viene desarrollando en la Habana, entre la guerrilla y el gobierno Santos?
Eso para mí es nulo. Eso no sirve. Yo lo digo claritamente: El gobierno se está dejando manipular por esa gente. Yo voy para 70 años. La ley debería ser: El que la haga la paga. Saben rotundamente dónde están, caerle allá. Fíjese que tumbaron un poco de cabecillas. Dizque le van a dar veinte sitios para recogerlos que son seis o siete mil, que le van a dar la comida y todo y los van a dejar llevar las armas. El que la hace que la pague, mijo. Si usted se cagó en el camino, pues que limpie, a pagar condena. Ahora, si yo me robo una cosa que valga por ahí 500 o 600 mil, ya no me meten a la cárcel, por un celular no, vea ya no puede tener un celular porque se lo roban. La ley debe ser que el que la hace la pague y si usted cometió una falta, cójalo y castíguelo, hagan más cárceles si hay necesidad. Para eso sí el gobierno está invirtiendo harta plata, pero para el campesino no; entonces el campesino necesitamos mucho. Por aquí se da muy bueno de todo y en todas las veredas. Yo quisiera sembrar un tajo de café, 20 o 30 mil palos, ¿pero no ve que eso vale plata? Si hago un préstamo la finca queda hipotecada allá, yo tengo una huerta, un lotecito, una murtoria, eso es de varios, pero yo pago los impuestos y está a mi cargo. Allá, todo lo que se hace es por cuenta mía, porque está a mi cargo. Un lotecito, una cuartica. No es una finca grande. Necesito hacer la casita. Necesito la ayuda. Pero me dicen que no hasta tanto no consiga un poco de documentos. Ahora mismo debo como 400 mil pesos de impuestos.
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