Campesino Noel Cuenca Garzón. Foto Nelosi |
Por: Nelson Lombana Silva
Don Noel Cuenca Garzón, junto a su
esposa e hijos, son desplazados de la región de Santiago Pérez,
municipio de Ataco, teniendo que dejar abandonada la finca de su padre,
la cual fue robada por las hordas del paramilitarismo, el cual actúa en
conexión directa con el ejército nacional y la policía de la zona, según
relata.
Nació el 21 de septiembre de 1941. A
la edad de siete años comenzó a sentir los rigores de la violencia, la
cual comenzó con fuerza en 1948 con el asesinato del caudillo liberal
Jorge Eliécer Gaitán Ayala, cuando los principales dirigentes
conservadores de la época, entre ellos, el monstruo Laureano Gómez, se
propusieron conservatizar al país al precio que fuera. Los liberales
eran perseguidos para lo cual armaron la tenebrosa policía Chulavita.
Esta
policía estuvo en esta región y cometió infinidad de crímenes. La
estela de hechos horripilantes al paso de esta policía es innumerable.
Durante siete años esta familia se vio precisada a huir a la región de
Campo Hermoso en busca protección, al cabo de los cuales regresó y tuvo
que convivir con el paramilitarismo a regañadientes y temerosos.
Don
Noel Cuenca Garzón fue finalmente desplazado de la región, al ser
asesinado su hermano. Se fue para Chaparral donde compró una finca, pero
también fue desplazado por la violencia, teniendo que radicarse en
Ibagué, donde compró una casa lote, la cual corre el riesgo de ser
robada.
Relata este campesino de Santiago Pérez que fue
obligado a participar de una reunión grande, de la cual participaron más
de dos mil campesinos, en la base militar de Casa Verde, la cual estuvo
asistida por el general Roso de la brigada de Ibagué, el coronel
Quiroga comandante del batallón Caicedo con sede en Chaparral, lo mismo
que el sargento Lozano comandante de esta base, quienes ofrecieron
severa comilona y entregaron armas y pertrechos a los paramilitares,
liderados principalmente por la familia Oliveros Rivero, entre ellos,
Marco, Silvio y Serafín, con la orden perentoria de asesinar
guerrilleros, comunistas y miembros de la Unión Patriótica, porque
supuestamente ellos, eran los responsables de la violencia en Colombia.
Además, al parecer ofrecieron recompensa por líderes que fueran
asesinados. La matanza en la zona fue terrible. El campesino Noel Cuenca
Garzón, da a conocer el nombre de algunos, entre ellos el ex alcalde de
Ataco de la Unión Patriótica, Pepe Zuluaga. Este líder upeista fue
asesinado al parecer por un sicario de Silvio Oliveros Rivero, según
cuenta don Noel Cuenca Garzón.
A pesar que don Noel siente
que es muy difícil que se aclimate la paz en Colombia y trae a colación
una respuesta del comandante Manuel Marulanda Vélez a una periodista y
además que se concrete los diálogos de la Habana, considera que sería la
única posibilidad que hay que sus tierras les sean devueltas. “Si no
hay paz, no es posible”, señala.
La página web: www.pacocol.org entrevistó al campesino desplazado Noel Cuenca Garzón y esto dijo:
- ¿Usted se considera una víctima del terrorismo de Estado, a partir de qué año?
Yo
soy víctima desde el año de 1948, teniendo en cuenta que yo nací en
1941 y en 1948 mataron al doctor Jorge Eliécer Gaitán por política. Del
48 para acá, nos tocó dormir en el monte porque se perseguía al partido
liberal, porque el presidente Laureano Gómez quiso conservatizar a
Colombia y a los liberales hizo que les diera una nueva cédula y los
hacía firmar y renunciar al partido liberal. Recuerdo tanto eso, porque a
mi padre le dieron esa cédula.
Se inició la violencia
porque él metió un ejército de Chulavitas (Policía). Esa Chulavita
llegaba a las casas, destruía, robaba, violaba y mataba a todos los que
hicieran parte del partido liberal. Así fue que mucha gente de esa época
le tocó coger el monte para librar la vida. Eso dio motivo a la
formación de guerrillas liberales. Recordemos a los Loaiza y finalmente,
guerrillas comunistas.
Recuerdo tanto que a esa región de
Santiago Pérez (municipio de Ataco) llegó un señor huyendo de la
violencia de los lados de Puerto Saldaña y Herrera (municipio
Rioblanco), se ubicó en una finca y llegó la policía y lo cogió con su
esposa y dos hijos mayores y los llevaron a Santiago Pérez y los
asesinaron a todos. Quedaron dos niños pequeños. Mi papá recogió uno que
se llamaba: Seferiano, quien pasó a manos del general Gustavo Rojas
Pinilla, porque éste le dio golpe de Estado a Laureano Gómez. Sin
embargo, todo siguió casi lo mismo en la región de Ataco y de Santiago
Pérez.
No hubo paz. Durante muchos años hubo violencia.
Nosotros nos tocó que irnos de la finca a escondernos y duramos siete
años fuera de la finca. Nos incendiaron la casa con toda la cosecha de
café. Esta finca se llamaba la Camelia, ubicada en la vereda Cascarillo
parte media entre Casa Verde y Cascarillo, más exactamente.
- ¿Para dónde marcharon ustedes?
Nosotros
marchamos para la región de Campo Hermoso, porque no podíamos arrimar
ni a Ataco, ni a Chaparral, porque la policía y el ejército nos
perseguía a toda la gente que fuera del campo y que fuera liberal. Entre
los conservadores se les llamaba: Pájaros. Toda esa región estaba
organizada por una familia Oliveros, entre otros: Marco, Silvio,
Serafín. Ellos fueron los causantes de la violencia en esa región. Ya
murieron. Como dice el dicho: “Solo quedé yo para contar el cuento”. Nos
tocó irnos a jornalear, después que mi padre cogía cien cargas de café
en esa finca. Vivíamos a las anchas, pero ya nos tocó permanecer siete
años fuera de la finca, a los siete años cuando hubo el plebiscito, el
presidente Alberto Lleras Camargo apaciguó un poco la situación.
Nosotros volvimos a la finca, pero estaba ocupada por los Pájaros. De
todas maneras, nos dejaron meter y nosotros fregados y pobres tuvimos
que convivir: Ellos en una alcoba y nosotros en la otra. Todos
asustados. Pero, nos fuimos haciendo amigos, amigos, amigos hasta que
ellos se fueron y amainó algo esa violencia, durante 20 o 30 años hubo
paz en la región.
Me recuerdo que para esa época existía en
la región un comandante que le decían Jesús María Oviedo, o Mariachi. A
ese el gobierno lo contrató para que fuera a Gaitania (municipio de
Planadas) a matar al comandante Charro Negro. El gobierno le prestó el
apoyo, el auxilio. Mariachi consiguió casi toda la gente que había en la
región, mayores de doce años, hasta viejitos, solo para que hicieran
bulto. Resulta que no estaba el otro comandante, estaba él solo y lo
mató.
Duramos como 20 o 30 años en paz y vuelve nuevamente
la violencia. Volvieron y nos sacaron de la finca. El comité de
cafeteros mediante documento me comisionó para que fuera y tomara la
finca de mi padre, porque él ya estaba de avanzada edad. Eso hace unos
20 años. Resulta que el comité de cafeteros me prestó para sembrar 60
mil palos de café. Los sembré. Pero cuando lo tuve sembrado, volvió la
violencia y los mismos autores del pasado volvieron a perseguirnos y a
matarnos. Me tocó huir y esconderme en Chaparral hasta que pasó un poco
la marea.
Para esa época, (hablo de 1990) cuando asesinaron a
un hermano mío, lo asesinaron los paramilitares, ellos los denuncié en
la procuraduría y ante los derechos humanos en la ciudad de Ibagué.
- ¿Cómo se llamaba su hermano y por qué lo mataron?
Se
llamaba Santos Cuenca y lo mataron para robarnos la finca. Era la única
forma de apoderarse de esta finca matarlo a él y matarme a mí. Por eso
lo mataron. A Santos lo mataron el 25 de agosto de 1990. Lo asesinaron
en Santiago Pérez, en el caserío.
Yo me vine abandonando ese
cultivo de café que había puesto con mis hijos y mi mujer, quedando
debiendo esa plata que finalmente me la condonó el banco cafetero. Pero
resulta que no pudimos volver a la finca.
En esa época, la
viuda era de amistad y familia conservadora, la cogieron y la pusieron a
decir que yo era el autor intelectual de la muerte de mi hermano. Me
investigaron. Tuve que colocar un abogado. Visité al compañero Raúl
Rojas González y él me dio una carta para ir al directorio comunista y
allí me nombraron un abogado. Pero, por temor no quise llevarme ese
abogado. Alguien me dijo: “Allá lo matan a usted porque ese abogado es
del directorio comunista y de la Up y lo van a matar, porque están
matado a todos los que pertenezcan a la Up. Se nos acusaba de ese
rastro, pero realmente nosotros no fuimos nada de eso, simplemente
trabajadores.
Me tocó conseguir otro abogado de otra
filiación política, que no tuviera nada que ver con la región y ese me
hizo la defensa. Me defendió. No me dejó meter a la cárcel, porque
demostré que era inocente. Me acusaban realmente los que estaban metidos
en el crimen de mi hermano y ellos declaraban en mi contra.
Después,
me hice a una finca en el municipio de Chaparral. También hubo
violencia y nos sacaron. Ahora, tengo esa finca embargada. Hay ladrones
que están mirando cómo robarse mi finca, asustando a los campesinos,
matándolos, sembrando cizaña para que el partigero se vaya y abandone la
finca.
Duramos cuidando una finca como ocho años y allá
mandaron a unos tipos a pedirnos plata, a vacunarnos, hace más de un
año. Yo tengo denunciado eso en la procuraduría. Cuando fue pasando la
violencia, los paramilitares aún tenían el mando en Casa Verde. Antes de
venirme, hicieron una reunión muy grande, fuimos casi dos mil personas.
Mataron cuatro vacas, lechona, para que el coronel Quiroga de la
brigada y el general Roso, les hiciera entrega de armas a los
paramilitares. Los Oliveros dejaron de ser Pájaros y se volvieron
paramilitares comandantes.
Ese día, en mi presencia esos
militares entregaron armas, dieron instrucciones. Incluso, a mí me iban a
nombrar porque el coronel dijo que necesitaba gente que denunciara
todos esos hechos. Pero mentira, me nombraron a mí y a otro personaje
que éramos honrados y los pícaros los metieron por distintas veredas de
la zona para que cometieran todo tipo de fechorías. Así cómo iba a haber
paz.
Yo denuncié al yerno de Silvio Oliveros que se llama
el sargento López que era el comandante de la base en ese tiempo en Casa
Verde. Ese era cómplice de todos esos paramilitares. Me consta que
asesinaron a un señor que se llamaba Dimas Lozano, lo asesinaron con un
niñito de doce años. ¿Por qué lo asesinaron? Porque el grupo que
manejaba Silvio fue a la finca de la suegra de Dimas y le robaron un
dinero; cuando la señora vino toda asustada a decir que le habían robado
el dinero, Dimas estaba sembrando comida (yuca, plátano) al borde del
camino, los vio y los conoció. Dimas dizque se fue al otro día a
denunciar ese caso con el sargento, pero qué justicia iba a hacer si
realmente era el jefe de los bandidos. La solución fue asesinarlo junto
al niño para que se acabara la investigación.
- ¿Cuándo fue la reunión grande que hicieron altos mandos militares para entregar armas en Casa Verde?
Esa
reunión se hizo en la base militar de Casa Verde. No recuerdo la fecha
exacta, pero hay mucha gente que estuvo en esa reunión. Era lo mismo que
se hace hoy y se conoce como “falsos positivos”. Mataron a uno señores
que le decían por apodo “los muertos”, sus nombres se me han olvidado y
los hicieron pasar como guerrilleros, durante el terrible exterminio de
la Up. Cobraron como si hubieran matado a guerreros (guerrilleros). Pero
mentira. Esa gente no era guerrillera. La mayoría de gente que mataron
fueron gentes honestas, trabajadoras y que hablaban de la situación
crítica que estaba viviendo la región y defendían a los campesinos de la
zona.
- ¿Usted recuerda los nombres de algunos militares que hicieron parte de esos paramilitares?
Recuerdo
del sargento López, que ya le dieron de baja; recuerdo de Quiroga,
recuerdo de Roso. Quiroga era el comandante de la brigada del batallón
Caicedo de Chaparral y Roso era el coronel de la brigada de Ibagué.
Ellos fueron en helicóptero a hacer esa reunión a Casa Verde. Le dieron
órdenes y armas a don Silvio. Por eso digo que el gobierno es el
responsable del paramilitarismo porque el ejército los apoyó
abiertamente en la región. Yo era un campesino trabajador. No estaba
metido ni en guerrilla, ni en paras, ni era de la Up, ni Comunista, era
solo trabajando. Pero me querían asesinar solamente para ellos ganarse
un billete.
- ¿Usted fue a esa reunión?
Yo fui a esa reunión. Claro.
- ¿Qué más dijeron en esta reunión?
Ellos
dijeron que tenían que perseguir a la guerrilla y a todos los
comunistas y de la Up, que tocaba exterminarlos porque eran los autores
de la violencia en Colombia. Pero me he puesto a pensar y llegué a la
conclusión que el autor de la violencia en Colombia fue Laureano Gómez
con el ejército, con la Chulavita. Ahí comenzó la violencia y hoy
seguimos en guerra. Pueda ser que se firme la paz.
- ¿Recuerda algo de la denominada operación Marquetalia en 1964?
Pues,
la oí por radio. Eso fue terrible. Realmente no sé cómo sería pero de
ahí de la finca a Marquetalia hay como dos o tres horas en carro. No
conozco esa región. No conozco ni a Planadas. Sin embargo, esa operación
militar de tierra arrasada se sintió muy duro en la región de Santiago
Pérez. Era que el ejército les pagaba a los vagabundos, a los mismos que
habían sido guerrilleros, para que mataran gente, especialmente a los
comandantes. Los mismos ex guerrilleros y los soldados unidos mataban a
los comandantes guerrilleros, con el ansia de ganarse $30 o $40 mil
pesos en esa época. Eso se sintió muy duro.
- ¿Cómo recuerda usted esa época?
Fue
una época muy dura. Fue una época de miedo, de terror. Había una
persecución contra toda la gente. Mataron mucha gente. Mataron a un
señor que se llamaba Ernesto Cardozo, una persona sana y muy
trabajadora, por cuenta de Silvio. Mataron a Arnulfo Cubillos en Mesa de
Polen. Mataron en Ataco al líder de la Up Pepe Zuluaga, ex alcalde.
Mataron otro señor que le decían el “Chorolo” por la gente que manejaba
Silvio Oliveros Rivero. Mataron en Santiago Pérez a un viejito que le
decían “arroz seco”, mataron otro que le decían “mala suerte”, gente que
no tenía nada que ver con la guerra, solo con el trabajo en la región.
Mataron a una prostituta. Mataron a tres que les decían “los muertos”
por el color de la piel, que eran aguados y pálidos. Mataron a Dagobardo
Lozano también por orden de Silvio Oliveros Rivero, quien ya murió,
pero muchos de esos sicarios todavía están vivos y no han pagado nada de
cárcel.
- ¿Qué recuerda usted del ex alcalde de Ataco Pepe Zuluaga?
Pepe
Zuluaga fue un gran hombre, un buen alcalde, un buen líder, un buen
amigo y muy correcto. Fuimos muy amigos con Pepe y con Dagobardo
Lozano. También mataron a otro hombre que era “calificado”, así le
decían. Yo lo vi muerto. Yo tenía un Suzuki y nosotros que llegamos y
estaba recién muerto.
Ahorita se sabe que a Pepe Zuluaga lo
mató un muchacho que se llamaba “el choncho” que lo tenía don Silvio
como sicario. Ese vive todavía y está por los lados del departamento de
Quindío. Mucha gente fue asesinada por ganarse los $30 mil pesos.
No
sé bien como fue el asesinato de Pepe Zuluaga porque yo ya estaba en la
finca, solo recibí la noticia de su muerte. Yo tenía plataneras y unos
sicarios que eran de Silvio me compraban y ellos contaban con chistes
cómo hacían y quienes eran las víctimas. Pepe y Dagobardo sí eran de la
Up.
- Lo terrible era que esos criminales trabajaban en conexión directa con los militares, ¿Verdad?
Sí
señor. Ellos trabajaban con las fuerzas militares. ¿Por qué lo sé?
Porque yo tenía unas plataneras grandes y ese plátano no valía nada en
la región. El ejército me dijo que si yo les podía dar unas cargas de
plátanos semanales, pero como tenía más de cinco mil matas, se me
perdía. Entonces permití que se llevara esa comida de plátano.
Pero
como se vino una cuadrilla de malhechores que estaba por los lados de
Monteloro, el Paujil, se unieron a don Silvio. Aumentaron y llegaron
como 30 e hicieron un comando arriba donde yo tenía la finca. De ahí,
venían a llevar plátano. No decía nada. Sin embargo, no me dejaron
trabajar más y me querían era puyar la vena también. Me tocó venirme. De
Chaparral nos tocó venirnos para Ibagué.
- ¿Exactamente quién lo desplazó a usted?
Los
paramilitares con el ejército nacional y la policía que era conocedora
de todas esas masacres que a diario se presentaba en la zona. La policía
sabía pero nunca los capturaba. El hombre que asesinó a mi hermano lo
sacaron y lo mandaron para Bogotá, allá se unió a una banda al parecer
robó a esos delincuentes y lo asesinaron también.
Hay un
señor trabajador que se llamaba Gregorio Garrido que lo mataron en la
línea, lo asesinó un tipo que lo llamaban “el rolo”. La pelea fue cuerpo
a cuerpo y el sicario quedó herido, lo cogieron y en la cárcel lo
mataron también, lo mató un sicario de apellido Uribe que todavía está
vivo.
De todas maneras, ha sido una persecución permanente contra el campesino honesto y trabajador.
- Usted no ha militado en la izquierda. Sin embargo, ha sido víctima del terrorismo de Estado. ¿Se considera así?
Sí.
Era que el Estado mataba toda esa gente para cobrar. Yo me fui para
Chaparral donde construí una casa cerca de la avenida donde salía el
ejército del batallón y yo conocía perfectamente el carro de don Silvio,
el hijo de don Silvio, muchos de los delincuentes de don Silvio, los
que entraban al batallón a recoger remesa y no sé qué más cosas. Yo
vivía en un segundo piso. Yo tenía que guardar silencio porque de pronto
me daban en la “mula” (cabeza), entonces yo no daba “papaya”.
Me
tocó salir huyendo porque me libraron orden de captura al sindicarme de
haber asesinado a mi hermano, lo cual era falso y así lo demostró el
abogado. Ahora, llegamos a Ibagué y compramos una casa lote y
continuamos en la persecución, porque una mano de abogados con policía,
la inspección y gentes que tienen plata para comprar la ley, pretenden
despojarnos de esta casa lote. Seguimos siendo víctimas de la
persecución de quienes tienen el poder, siempre amparados por la
justicia colombiana. Eso es lo que venimos sufriendo ahora.
-
Siendo una persona honesta y nada de hacer parte de la izquierda, sin
embargo ha sido constantemente perseguido. ¿Por qué?
Nunca
me ha gustado la política, menos de izquierda. Raúl Rojas González lo
puede decir: Somos amigos, él sabe mi problemática y sabe que yo nunca
he participado en política, ni para el uno ni para el otro. Soy
simplemente un campesino trabajador.
- A pesar de esa indiferencia política, resulta siendo víctima del Estado. ¿Así se considera?
Claro,
soy víctima del Estado. Mire usted: El compañero Raúl no ha participado
en grupos y también es víctima del Estado. Claro, él sí tiene su ideal
político, vive de la política, pero yo no sé vivir de la política.
- ¿Qué piensa de los diálogos de la Habana (Cuba) entre las Farc – Ep y el presidente Santos?
Lo
veo como difícil. Muy difícil. Recuerdo de una entrevista que le
hicieron a Manuel Marulanda Vélez y la periodista le preguntó: ¿Don
Manuel si usted entrega la gente, las armas, puede haber paz en
Colombia? Él contestó: Así no puede haber paz, por la corrupción que hay
en Colombia y la desigualdad social tan pronunciada, por las
necesidades, por la pobreza, por la ruina, porque el más grande, el
multimillonario arruina al más pobre. Así siempre habrá gente
descontenta y dispuesta a luchar. Eso decía Marulanda Vélez.
Eso
me parece que es cierto. Es así. Ahorita el gobierno está muy aferrado a
eso. Puede que lo logre. Pueda ser que eso se dé. Creo que de pronto
eso se va a dar y sería lo mejor, porque yo tengo las fincas ocupadas
por los ladrones que se atrevieron a engañarnos y a meterse en esa finca
y nunca pudimos volver. Esos que están en esas fincas son gentes que
participaron en sembrar el terror con el ejército y la policía hace
rato. Son los paramilitares de esa época. Ellos me obligaron a
venderles, mejor a regalarles. Y claro, del ahogado el sombrero,
supuestamente les vendí, les hice un documento pero no me pagaron. Son
ladrones. No les firmé escritura, les firme contratos, pero no me
pagaron. Supuestamente la vendimos baratísima por lo que ellos quisieron
ofrecer y con 60 mil palos de café en producción. Tan barato y no me
pagaron. Eso lo tengo en restitución de tierras. Si hay paz sale, si no
hay paz no sale.
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