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| María Eugenia Londoño, candidata al Senado por el Pacto Histórico, fogosa oradora. Foto Nelosi |
Por Nelson Lombana Silva
Si bien no tuvimos la oportunidad de saludar personalmente a la camarada María Eugenia Londoño, si tuvimos la gran oportunidad de escuchar su fogosa y sesuda intervención en la ciudad de Ibagué, Tolima, el pasado seis de septiembre de 2025. Fue una intervención llena de contenido, temas nodales del pueblo colombiano. Su profundidad y dominio del momento histórico que vive Colombia, da bríos y esperanza en esa gran batalla en la cual estamos metidos en la búsqueda de una sociedad más justa, humana y libre.
Tiene clara su misión en el Parlamento: Contribuir en su transformación de tal manera que allí, se defienda el interés del pueblo y no como viene sucediendo que se define el futuro de un grupo minoritario llamado: Oligarquía. Toda su legislación hasta ahora es contra el pueblo y en favor de esa clase opulenta. Y se está viendo con la condena del asesino narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez. Condenado en primera instancia y libre haciendo política, ordenando violencia, triquiñuelas contra el Pacto Histórico y el gobierno del cambio, Gustavo Petro Urrego; acomodando, descaradamente, sus fichas para salir exonerado de toda culpa en segunda instancia, ya sea comprando o amenazando.
Qué interesante resulta apoyar candidaturas con estos perfiles, se constituye en una esperanza concreta de avanzar en este emocionante proceso que ha comenzado el Pacto Histórico con el compañero presidente a la cabeza. El parlamentario, su principal función es legislar, hacer leyes, que contribuyan al desarrollo integral de un pueblo que viene luchando por romper las cadenas opresoras de la injusticia y la desigualdad aberrante, en un Estado Social de Derecho como reza la Constitución Nacional.
La compañera María Eugenia Londoño, tiene sus kilates para hacer un trabajo en el congreso importante, básicamente porque tiene solvencia intelectual y formación ética de izquierda, es decir, humanismo, conciencia de clase. Ella misma es pueblo por antonomasia, lo cual da plena garantía que nuestro voto no se perderá, ni se volverá contra el pueblo, como sucede cuando se vota por los candidatos de la oligarquía. Estos son financiados por los grandes monopolios para que desde el Parlamento defiendan sus intereses de clase. Por eso, compran votos, ofrecen cemento, tejas de zinc, parrandas, comidas opíparas. Compran el voto, así de sencillo.
Su sensibilidad femenina humaniza la política. Ésta no puede ser un campeonato de agravios e insultos, mentiras y falsas promesas. Por el contrario, la política es la ciencia, el arte de gobernar con sapiencia, honradez y humanismo, para todos y todas. La campaña política es para que el candidato exponga sus propuestas, las debata con el pueblo en reuniones, en asamblea, en plaza pública. La política es para educar, formar y unir a los pueblos alrededor de objetivos comunes. Y eso, precisamente, es lo que está haciendo la compañera María Eugenia Londoño en su maratónica gira por todo el país.
Luchar contra la corrupción no es tarea fácil, máxime cuando se considera que en la misma izquierda hay frutas podridas, que empañan la esencia de pureza que genera la izquierda. Agazapados y no tan agazapados, oportunistas se preocupan solamente por su mejor tajada, saltan de un lado para otro y se mimetizan las veces que sea necesario cumpliendo el aforismo de Nicolás Maquiavelo: “El fin justifica los medios”. Hay que estar atentos para que esta campaña arroje los frutos esperados. La Política como ciencia dialéctica debe desarrollarse, plantearse en la calle, en el barrio, en el camino, en la vereda, en todas partes, sin sectarismos y con sobrados argumentos. Sí, argumentar, es la mejor manera de hacer política.
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| María Eugenia Londoño y a Gloria Inés Ramírez Ríos, la mejor suerte del mundo. Fuerza. Paso de vencedores. Foto. Semanario Voz |


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