Los sucesos promisorios, llenos de esperanza y expectativa que vive Colombia con el rutilante triunfo del Pacto Histórico, nos debe robustecer el espíritu solidario hacia todos los luchadores políticos que permanecen hacinados en las mazmorras del imperialismo. Ellos deben ser liberados e indemnizados por el Estado.
Uno de ellos, es el camarada Simón Trinidad, que sigue resistiendo en las cárceles inhumanas de Estados Unidos, por el simple derecho de rebelarse contra un sistema salvaje en Colombia. No es ético olvidarlo.
El movimiento real por la libertad de los presos políticos, se debe robustecer e intensificar la brega acudiendo a los espacios pertinentes, hasta que la libertad para los revolucionarios sea una realidad.
Los presos políticos no son delincuentes, son luchadores sociales y políticos que merecen toda nuestra admiración y apoyo para que recuperen la libertad en la mayor brevedad posible.
Ellos, con su sacrificio, han contribuido a los venturosos procesos democráticos que se vienen avizorando con tanta esperanza en Colombia, un país tan sacudido por la violencia y la criminalidad del régimen contra el pueblo.
El camarada Simón Trinidad es toda una personalidad democrática, que renunció a su poder económico y social, para colocarse al lado del pueblo. Hizo parte de la lucha popular, política y revolucionaria con valor, lealtad y compromiso; no merece que continúe preso en las mazmorras del imperialismo. Debemos en coro exigir su libertad inmediata.
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