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Consulta Popular, simplemente decir Sí. Foto: Internet |
Por Agamenón
Germán Vargas Lleras, destilando veneno y frustración de sentirse huérfano del gobierno, afirma a todo pulmón que la Consulta Popular no sirve para nada. Colérico no admite que el pueblo tiene la capacidad de pensar y definir su futuro, pues siempre ha considerado que solo tiene derecho a pensar y decidir por todo el conglomerado colombiano, la rancia y mafiosa burguesía de la cual hace parte.
Sus escritos y pronunciamientos públicos, están cargados de odio y asco hacia el pueblo, considera que por herencia el poder le corresponde a una pequeña casta oligárquica de la cual hace parte. Sostiene que el pueblo debe contentarse con las migajas. Para él, el pueblo es una “indiamenta” sucia y sin capacidad de autogobernarse.
Durante siglos se sostuvo esta tesis, la cual fue impuesta a sangre y fuego, generando crudas violencias, de las cuales aun no hemos podido salir adelante en su totalidad a pesar del enorme esfuerzo que ha venido haciendo el presidente Popular, Gustavo Petro Urrego. El poder mafioso enquistado en las alturas del poder colombiano, resulta muy fuerte todavía, por la diversidad de tentáculos. Los tres poderes públicos están cooptados por esta burguesía mafiosa, razón por la cual estripar este tumor maligno no resulta fácil. Sin embargo, el presidente Petro ha demostrado que tampoco es imposible, se puede con la formación política del pueblo, la organización y la movilización.
La movilización del primero de mayo, día internacional de la clase obrera, tiene una profunda connotación política, por cuanto es la lucha férrea entre la clase oprimida y la clase opresora. La clase oprimida se movilizó masivamente en todo el país con organización, alegría y firmeza. Además, esperanza en un futuro digno para todos y todas, sin privilegios de ninguna naturaleza. En gran medida, ha entendido el pueblo que solo el pueblo organizado salva al pueblo de la opresión y represión a que ha sido sometido durante largas y azarosas centurias.
Lo que más le teme la burguesía es que el pueblo se atreva a pensar por sí mismo, a cuestionarse y a buscar formas de vida más dignas y humanas para todos y todas. La persona que piensa no es objeto o borrego de nadie. Ese es el pánico que le asiste al régimen y la única alternativa que utiliza no es el argumento, porque no lo tiene para convencer, sino la fuerza bruta de la violencia. Qué lástima que fuerzas supuestamente revolucionarias, le hagan el papelón completo a esta criminal clase dominante.
Consulta Popular
Ante el negacionismo del régimen de permitir pequeñas reformas, usando para ello el descompuesto y putrefacto Parlamento, las principales propuestas del Gobierno han sido rechazadas sin un argumento válido. Incluso, sin dar el debate. Ha utilizado la soberbia de la mayoría para irse lanza en ristre contra el pueblo que lo eligió con su voto.
Ante esta negativa infame, la audacia del presidente lo llevó a consultar directamente al constituyente primario, el pueblo. Pegado a la Constitución Nacional, el compañero presidente utiliza la figura de la Consulta Popular para que el pueblo se pronuncie libremente y decía el rumbo de los cambios urgentes que necesita el país. Una salida audaz y valiente que concita el interés total, tanto del pueblo como de la burguesía. El pueblo por sacar adelante la iniciativa con el Sí y la burguesía con hundirla para seguir su imperio de violencia e injusticia social.
El pulso es duro. Se necesita mucha estrategia, organización y convencimiento. Nadie puede quedarse quieto, ni actuar con anarquía, la agitación y organización deben marcar la pauta, porque se necesita un mínimo de catorce millones de participantes y una mayoría aplastante por el Sí. Así, pues, la fórmula más fácil y contundente es marcar en el tarjetón en cada pregunta Sí.
La campaña debe estar caracterizada por el entusiasmo, el argumento y la fe del carbonero. Siempre debe brillar el argumento. Utilizar el mínimo espacio y escenario para hacer referencia al tema. Tenemos la razón, no hay entonces por qué dudar y vacilar. ¡Manos a la obra!
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