martes, 3 de diciembre de 2024

Dime, ¿Con quién te quedas?

 


Por Nelson Lombana Silva

La amistad se había consolidado a través del tiempo a pesar de las duras vicisitudes, la diversidad de sentir y vivir la vida. Al decir, era una roca indestructible fundamentada en el respeto y la admiración mutua. Prácticamente, iban en todas direcciones desde la mañana hasta bien entrada la noche, vivían en el mismo barrio. Siempre había en ellos un motivo para reír a mandíbula batiente.

El trío era mirado con admiración en el barrio. Incluso, generaba envidia en esas criaturas que no se entienden ni ellas mismas o creen ilusamente que el mundo gira alrededor suyo. El trío de amigos no ocupaba sus mentes en denigrar de los demás, ni compararse, ni creerse superior, tenía claro que la vida era un momento para compartir en comunidad, pensaba ciegamente que el destino de la humanidad era la felicidad.

Todo era alegría, comprensión y respeto en el trío. Sin embargo, la desgracia llegó y de qué manera. La pugna surgió de la nada y se apoderó del trío con ímpetu descomunal. Dos de los integrantes se juraron animadversión eterna. No se sabe la causa fundamental, solo rumores y comentarios en voz baja a manera de cuchicheo. Al decir de algunos fueron simples puerilidades en un momento de estado de ánimo que no supo asimilar. Fue una simple broma de mal gusto, no más.

Declarado el rompimiento, ambos se propusieron inclinar a su favor al tercer amigo. Eso implicaría tomar supremacía sobre el otro. La disputa fue agresiva, violenta. Cada quien utilizó diversos artilugios. El tercer amigo, triste por el rompimiento, no se preocupó por saber las causas del revés al considerar que era algo muy privado de ellos, más bien se preocupó por conservar la relación tratando de limar asperezas.

Tuvo una respuesta clara y contundente a la pregunta que ambos plantearon: ¿Con quién te quedas? Con ambos, fue la contestación. No se puede estar con Dios y con el Diablo a la vez, respondieron ambos casi al unísono. Amigos, sus problemas son suyos, no míos. Ninguno de ustedes me ha herido. Entonces, ¿Por qué tengo que retirarles a ustedes dos la amistad? En lo sucesivo no podremos compartir los tres como lo solíamos hacer, pero, individualmente, sí lo podré hacer. ¿Cómo?, dijeron. Asumiendo la conducta que hemos observado: Ni llevar, ni traer. Sería distinto – dijo – que las partes solicitaran una mediación, pero como sé que esto no ocurrirá fácilmente, prefiero ratificar mi amistad con ambos. 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario