jueves, 3 de julio de 2025

La polarización del país

La oligarquía colombiana. Foto:  Pluralidad Z

Por Nelson Lombana Silva

La oligarquía acostumbrada a mandar a las anchas sin que nadie le hiciera oposición, se rasga sus vestiduras ante el Gobierno del Cambio, exigiéndole no polarizar el país, por cuanto equivaldría a incendiar y en él perecerían todos y todas.

A este coro lúgubre y solitario, se suma el sector más reaccionario del clero, llamando al presidente Gustavo Petro a no polarizar más el país. No lo dice de frente, pero sí lo insinúa que es mejor dejar las cosas como están y que el rico siga siendo rico y el pobre, pobre. Y qué decir de las demás sectas evangélicas. Causa escozor la forma miserable como alienan a sus rebaños de pobres y analfabetas.

Una anciana de ochenta años, me abordó el domingo pasado para preguntar por qué no estaba abierto el templo de una de esas sectas. Le contesté que no sabía. Vociferó un poco reclamando por qué no se respetaba el horario del culto. De todas formas, dijo, esperaré. Se recostó contra el muro, comentando que el país estaba descontrolado por este gobierno.

Estaba leyendo “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”, obra de Federico Engels y Carlos Marx. Suspendí la lectura para conversar con la longeva. ¿A usted quién le dijo que el país está polarizado por culpa del presidente Gustavo Petro? Me miró sorprendida. La prensa lo dice, el pastor lo comenta. ¿Sabe usted señora quienes son los propietarios de la prensa en Colombia?

Ni idea, respondió. ¿Cree usted ciegamente en la veracidad de la información de estos supuestos medios de comunicación? Por supuesto, creo al cien por ciento. ¿Alguna vez se ha preguntado quienes son sus propietarios? Nunca, contestó.

El día que se atreva a indagar quienes son los dueños, seguramente quedará sorprendida y quizás podrá entender la misión de éstos. De todas maneras, insistió, el país atraviesa un momento muy oscuro. Por el contrario, le contesté, el país está viviendo un momento estelar, aunque ciertamente complejo. Se está produciendo la transición de un sistema económico a otro. El viejo capitalismo muere, mientras de sus entrañas surge el sistema socialista, sistema nuevo y vigoroso que tiene como principal fundamento el ser humano.

Me miró sorprendida. Pero, el presidente Petro está incendiando el país, ¿No se da cuenta?, me dijo subiendo levemente el tono de su voz. No es propiamente el presidente el que esté incendiando el país, lo está haciendo son los ricos, los poderosos, los que siempre han manejado el país a sus anchas en beneficio de sus intereses de clase. El presidente Petro lo que está haciendo es dignificando la clase social a la cual pertenecemos usted y yo. ¿No le parece?

Su incredulidad fue mayor. Hasta ahora solo le escucho a usted decir eso. El pueblo está indignado, solamente usted no está indignado. Usted afirma eso, distinguida cristiana no porque tenga plena certeza, conocimiento de causa, lo que repite usted maquinalmente es el discurso mediático. Cuando se atreva a pensar por sí misma, otra será la forma de pensar.

Me echó una mirada de pies a cabeza y se marchó. El templo de Jehová la esperaba. La vi alejarse despacio. Una vez más, comprendí lo duro y complejo que es el cambio de mentalidad y la creación de la conciencia de clase. El miedo al cambio es inevitable, la lucha es dura, compleja y dinámica. No obstante, los procesos son inevitables y con el presidente Petro y el surgimiento del Pacto Histórico, se están dando pasos importantes, pasos que hay que fortalecer y profundizar con la paciencia de Job y la fortaleza de la roca.

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