lunes, 14 de julio de 2025

Sobre el caso Uribe Vélez todo está dicho

Expresidente Álvaro Uribe Vélez: Foto Internet

 Por Nelson Lombana Silva

El juicio contra el sanguinario expresidente Álvaro Uribe Vélez, está concluido, se espera el fallo de la juez, el cual está programado para el próximo 28 de julio, según se ha indicado. Al parecer uno de los juicios más largos donde el acusado ha tenido todas las garantías habidas y por haber, sin poder demostrar su inocencia, según criterio de los que han seguido paso a paso el proceso. Sin embargo, la juez tiene la última palabra.

Las pruebas en su contra son claras y contundentes, no obstante, la juez tiene la última palabra. Sea lo que sea, el juicio sirvió para desenmascarar nítidamente una vez más, los alcances criminales de este siniestro personaje que durante más de veinte años sembró de muerte y desolación al sufrido pueblo colombiano. Además, posicionó a las anchas el terrible flagelo del narcotráfico en todos los poderes públicos de la nación.

Si bien no lo están juzgando por los más graves crímenes cometidos durante sus espurios gobiernos, como nexos con el paramilitarismo, corrupción y los más de 6402 ejecuciones extrajudiciales, comúnmente llamados “falsos positivos”, lo que se le ha imputado es bien diciente que merece todo el rechazo del sufrido y explotado pueblo.

La jauría cómplice, con los medios masivos de comunicación a la cabeza, hacen ingentes y vergonzosos esfuerzos porque el veredicto sea absolutorio. La presión es asfixiante y seguramente con el transcurrir de los días, horas y minutos, la presión será más violenta y agresiva. Podría presentarse hechos violentos en distintas zonas del país, por cual el pueblo debe estar atento y los cuadros del Pacto Histórico, redoblar su seguridad y prudencia en sus desplazamientos.

Para nadie es un secreto que el único lenguaje del narcotraficante número 82, según la CIA, es la violencia, el terrorismo y la muerte. En su mente perversa no hay el menor rastro de paz y de tolerancia.

Toda su vida la ha dedicado al mal. Recordemos que, siendo director de la aeronáutica civil, se dedicó a hacer pistas clandestinas para que Pablo Escobar y su patota, exportaran la cocaína a Estados Unidos y otros países de América y del mundo.

Como alcalde de Medellín y después gobernador de Antioquia, se dedicó a crear las “convivir”, es decir, darle vida “legal” al paramilitarismo. Ya como presidente impuso la denominada “seguridad democrática”, desarrollando una ola de violencia sin precedentes en la historia de Colombia, siempre contra el pueblo y sus auténticos líderes populares y consecuentes.

Al lado del terrorismo de Estado, desarrolló la más cruel contrarreforma, acabando con los más elementales derechos adquiridos por la clase obrera durante largas y duras luchas populares y callejeras. Prostituyó a las fuerzas militares exigiéndoles muertos por cantidades, simplemente para dar la impresión que estaba ganado la batalla contra la guerrilla. Niños, lisiados, campesinos, campesinas, fueron cobardemente asesinados y presentados en los medios de desinformación como bajas a la guerrilla en crudos combates, lo cual no fue cierto, porque miles y miles de humildes colombianos y colombianas cayeron en completo esta de indefensión, como se ha venido revelando.

Ese monstruo con piel humana, encantador de serpientes y cínico por excelencia, que se creía estar eternamente por encima de los poderes públicos con derecho a hacer y deshacer, tuvo que saborear el banquillo de los acusados, sentir el desplome de su falsa apariencia de “hombre de bien”, como él, con toda la arrogancia del mundo, se autoproclamaba.

La careta con la cual engañó al país nacional durante más de veinte años, como dijera Gaitán, cayó estruendosamente, tal como dice el dicho coloquial: “A todo marrano gordo le llega su noche buena”.  Eso le pasó al criminal Álvaro Uribe Vélez.

Viene a mi memoria en estos momentos la horrenda masacre del ejército nacional en el municipio de Cajamarca (Tolima), donde un niño de meses fue víctima. El presidente asistió al teatro del triste suceso y en vez de exigirles a las fuerzas militares prudencia en sus acciones, los invitó a seguir en la violencia sórdida. Lo del niño, fue un simple accidente, fue lo único que dijo. El niño no era hijo de presidente o ex presidente, o senador u oligarca, era un simple campesino, un nadie en el capitalismo.

Sin embargo, pido un veredicto justo y humano, metido en la constitución nacional y los códigos, un veredicto acorde con la magnitud de la falla cometida. Nada de revanchismo, solo un veredicto acorde con los hechos, porque en realidad lo que necesita con urgencia el pueblo colombiano es justicia no revanchismo. Nada de presión para torcer el fallo, que la jueza tenga toda la independencia del mundo para decidir de acuerdo a su real entendimiento y conciencia. Solo pido eso.

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